Fue en la década de los noventa, donde las supermodelos como como Claudia Schiffer, Cindy Crawford, Naomi Camppell o Linda Evangelista, las denominadas “top models”, tenían algo en común, que demostraban su sonrisa sobre la pasarela, esto hacia que quien tuviera el protagonismo fueran las propias modelos y no la moda exclusiva que ellas vestían.

Para el año dos mil, gracias a la globalización, la forma de consumir la moda cambio, ya que cualquiera podía comprar ropa nueva y adaptarse rápidamente a las nuevas tendencias, lo que se denomina “fast fashion”. Es ahí donde las casas de moda empiezan a buscar una nueva manera de mostrar sus diseños exclusivos, solo para una clase alta minoritaria.

César Val, uno de los expertos en lujo ha señalado que: “Las marcas de lujo no comunican para vender, comunican para seducir”, descartando por completo que se vuelva a dar una sonrisa sobre la pasarela. Este experto continúa diciendo que, lo que se pretende en la actualidad, es que la moda tenga un mensaje aspiracional y no cotidiano, ya que, en el lujo, cada centímetro de sonrisa, disminuye un 3% el precio de la moda. Por lo que, en resumen, las marcas de lujo quieren alejarse del consumo masivo y apuntar más a lo aspiracional.

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