La enfermedad que inspiró al personaje del Sombrerero Loco
En el siglo XVIII, en Inglaterra, surgió la expresión “loco como un sombrerero”, utilizada para describir comportamientos anómalos asociados a los trabajadores de la manufactura de sombreros. Este fenómeno estaba vinculado al envenenamiento por mercurio, una condición conocida como hidrargiria. Lewis Carroll capturó esta problemática en su obra, especialmente en el personaje del Sombrerero Loco, quien encarnaba las irregularidades conductuales de la enfermedad.

La conexión entre la locura del Sombrerero de Carroll y la realidad de los trabajadores de la industria sombrerera del siglo XVIII refleja cómo la literatura puede encapsular y reflejar dilemas y enfermedades de la sociedad. Carroll, que vivió cerca de zonas prominentes en la producción de sombreros, posiblemente se inspiró en este contexto para crear a su famoso personaje. Aunque el Sombrerero de Carroll se caracteriza por su euforia en lugar de los síntomas específicos de la hidrargiria, su creación resalta el estigma de la locura asociada a los sombrereros de la época.

La hidrargiria era prevalente entre los trabajadores de la industria sombrerera debido al uso de mercurio en el proceso de feltrado de los sombreros. Esto provocaba síntomas como temblores, delirios y cambios bruscos de humor, similares a los atribuidos al Sombrerero Loco. Este vínculo histórico-literario critica la rigidez de las normas sociales de la época y resalta el costo humano de la industrialización.
También te puede interesar: Warner Bros anuncia una nueva película de «El Señor de los Anillos» centrada en Gollum
Aunque la fabricación de sombreros ya no representa un riesgo de hidrargiria, la historia detrás del Sombrerero Loco subraya la importancia de la salud ocupacional y el bienestar humano en el desarrollo industrial. La obra de Carroll trasciende su valor literario para funcionar como un comentario sobre las consecuencias personales y sociales de las prácticas laborales de su era.

El mercurio, altamente tóxico para el sistema nervioso humano, ha sido objeto de regulaciones internacionales, como el Convenio de Minamata, adoptado en 2013 para reducir su uso y mitigar su liberación en el medio ambiente. A pesar de los avances, la lucha contra la contaminación por mercurio sigue siendo un desafío global que requiere un compromiso continuo de todas las naciones y sectores involucrados.
