Hace unos años, Paul Steklenski, un veterano del ejército estadounidense, decidió hacer una diferencia significativa en la vida de los animales. En 2013, después de aprender a volar aviones como pasatiempo, adoptó a Tessa, una cachorra sin hogar que despertó en él una profunda empatía hacia los perros en refugios. Inspirado por Tessa, fundó Flying Fur Animal Rescue, una organización dedicada a rescatar a perros que estaban en riesgo de ser sacrificados, dándoles la oportunidad de encontrar un hogar amoroso.

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En 2015, Paul comenzó a usar su propia aeronave para transportar perros de refugios de sacrificio a lugares donde pudieran ser adoptados. A diferencia de los métodos convencionales, Paul se dio cuenta de que el uso del avión era una forma mucho más rápida y eficaz para mover una gran cantidad de animales, salvando más de 1,346 perros hasta la fecha. Muchos de estos perros habían sido maltratados, como el caso de Sammy, Simon y Heather, quienes, a pesar de su sufrimiento, encontraron el amor que tanto necesitaban gracias a la intervención de Paul.

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La labor de Paul no solo es un acto de amor, también de gran dedicación. Aporta de su propio bolsillo aproximadamente 1,000 dólares mensuales para equipar su avión y cubrir los costos de los rescates, además de aceptar donaciones que ayudan a financiar los 500 dólares que cuesta cada vuelo. Su objetivo a futuro es comprar una granja con pista de aterrizaje para crear un espacio de rehabilitación y adopción, ampliando aún más su misión de salvar vidas.