Se ha mantenido una fascinante relación entre los gatos y la Luna desde tiempos antiguos. Una leyenda cuenta que los felinos, con sus ojos brillantes, iluminaban las calles por la noche, emulando la luz de la Luna. Los ojos de los gatos no solo destacan por su brillo, también por la profunda mirada que parecen tener, lo que ha dado lugar a mitos y creencias sobre su capacidad de ver más allá de lo evidente, como afirmaban los egipcios.

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Este brillo nocturno se debe al tapetum lucidum, una membrana reflectante en sus ojos que les permite captar más luz, otorgándoles una visión nocturna mejorada. Esta característica ha sido comparada por algunos, como el oculista Gerald Massey, con las fases de la Luna, sugiriendo que los ojos de los gatos brillan con intensidad en sincronía con los ciclos lunares, algo que, aunque llamativo, no tiene respaldo científico.

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Si bien no hay pruebas concluyentes que respalden una conexión directa entre los gatos y las fases lunares, diversas culturas, como la egipcia y algunos estudiosos antiguos, han establecido vínculos entre los comportamientos de estos animales y los astros. Aunque puede parecer una creencia mística, muchos amantes de los gatos afirman que sus felinos actúan de manera diferente en noches de luna llena, reflejando quizá una conexión instintiva con el entorno natural.