La educación de un perro comienza desde cachorro, pero puede lograrse a cualquier edad si se siguen las técnicas correctas. Desde el primer día en casa, es importante enseñarle dónde hacer sus necesidades, evitar que muerda objetos o ladre en exceso, y establecer límites como no pedir comida en la mesa o no subirse al sofá. La constancia y la paciencia son esenciales para evitar confundirlo con cambios en las normas, y siempre hay que tener claro qué comportamientos se esperan de él en su etapa adulta.

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Uno de los consejos más importantes es usar refuerzo positivo, premiando con golosinas o caricias los buenos comportamientos. Las órdenes deben ser claras y consistentes, usando siempre las mismas palabras y gestos. Ignorar las conductas inadecuadas es más eficaz que castigarlas, ya que así se evita afectar la relación con el perro. Es fundamental que el perro se socialice desde pequeño, acostumbrándose a interactuar con personas, otros animales y diversas situaciones como los ruidos o los viajes.

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Algunos comportamientos, como hacer sus necesidades en la calle, requieren tiempo y repetición. Sacarlo frecuentemente y premiarlo cada vez que lo haga bien ayudará a que lo entienda. De igual forma, es crucial enseñarle desde cachorro a quedarse solo en casa para evitar la ansiedad por separación, comenzando con breves ausencias que se incrementen gradualmente.