El pasado 13 de octubre, dos intrusos irrumpieron en la finca del Castillo de Windsor, aprovechando la cercanía a Adelaide Cottage, hogar de los príncipes William y Kate. Mientras la pareja y sus tres hijos dormían, los ladrones utilizaron un camión robado para atravesar una puerta de seguridad y acceder a la granja Shaw Farm. Una vez dentro, se llevaron una camioneta y un quad, dejando daños significativos en la propiedad. Este incidente ha puesto en evidencia fallos en la seguridad de una de las residencias reales más importantes.

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La policía de Thames Valley confirmó que, tras el robo, los responsables huyeron hacia la zona de Old Windsor y Datchet. Aunque las alarmas de seguridad se activaron, no fue suficiente para evitar que derribaran la barrera y escaparan con los vehículos. Al momento de los hechos, el rey Carlos III se encontraba en Escocia y la reina Camila en la India. Esto ha generado preocupación, ya que la puerta dañada es una ruta frecuentada por los príncipes y sus hijos, reavivando el debate sobre las medidas de protección en el castillo.

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Este no es el primer incidente que afecta al Castillo de Windsor. En 2021, un hombre armado con una ballesta fue detenido tras escalar una valla con la intención de atacar a la difunta reina Isabel II. Ahora, con este nuevo episodio, queda claro que la seguridad de la realeza sigue siendo un desafío en tiempos modernos.