A lo largo de su historia, los premios Oscar han enfrentado circunstancias difíciles que han puesto a prueba su capacidad de adaptación. Este año, los incendios en Los Ángeles provocaron el retraso en el anuncio de nominados, moviéndolo del 17 al 23 de enero, un cambio que recuerda otros episodios complicados en el pasado. Sin embargo, La Academia, con su experiencia en contextos caóticos, mantiene firme su plan para la ceremonia del 2 de marzo en el Dolby Theatre de Hollywood.

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En 1942, con Estados Unidos recién involucrado en la Segunda Guerra Mundial tras el ataque a Pearl Harbor, la ceremonia se tiñó de austeridad. Se cancelaron fiestas posteriores, los vestidos y trajes de lujo quedaron fuera, y Hollywood recibió una petición directa del gobierno para contribuir al esfuerzo bélico. Este ejemplo muestra cómo los Oscar se adaptaron a la realidad del momento sin perder su esencia.

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Otro caso emblemático fue el de 2002, meses después de los ataques a las Torres Gemelas. La ceremonia se llevó a cabo bajo estrictas medidas de seguridad, con cierre del espacio aéreo y equipos antiterrorismo. Aunque hubo peticiones de cancelarla, La Academia optó por seguir adelante, enviando un mensaje de resiliencia. Ese año, “Una mente brillante” se coronó como Mejor Película, y varios discursos fueron dedicados a las víctimas.

En cada desafío, los Oscar han sabido continuar, adaptándose a las circunstancias, y todo indica que esta edición no será la excepción.