Crisis migratoria en Chihuahua: Herencia de AMLO y amenaza de Trump dejan a migrantes en el abandono
Nota y Fotos por: Silver Juárez Arce
Bajo la sombra de las vías del tren en el Sector Tres de Chihuahua, migrantes venezolanos, salvadoreños y haitianos sobreviven en campamentos improvisados. Entre ellos está Karen, una madre de El Salvador que viaja con su hijo Dilan: “El gobierno de México nos ha dado buenas alivianes… Tabla, robo”, dice con ironía, refiriéndose a las promesas incumplidas de seguridad y apoyo. Su testimonio resume el sentir de cientos que, tras llegar al país durante el gobierno de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) cuando México relajó controles migratorios, hoy enfrentan el rigor de políticas más duras y el fantasma de Donald Trump.
“Para el gobierno de México somos animales, no podemos subir a un camión”, denuncia Abigail, otra salvadoreña, mientras abraza a su hijo de siete años. “La policía nos roba y hasta los de Migración nos secuestran”, agrega, señalando las cicatrices de un reciente enfrentamiento con autoridades. Estas declaraciones reflejan la frustración de quienes llegaron al país aprovechando las visas humanitarias de la era AMLO, pero que ahora son perseguidos por un Estado que, bajo presión de EE.UU., busca contenerlos antes de que alcancen la frontera.
Trump, quien asumió el 20 de enero su segundo mandato, prometió “cerrar el telón” a la migración con órdenes ejecutivas desde su primer día. Su amenaza reactiva el miedo entre los varados en Chihuahua: “Si allá (EE.UU.) ya se puso muy duro, nos quedaremos en Juárez. Allá hay más lana”, explica un migrante venezolano. Sin embargo, incluso Ciudad Juárez con salarios más altos y cercanía a El Paso se vuelve una trampa: “Los trenes ya no sirven para ir. La Guardia Nacional nos vigila como si fuéremos delincuentes”, reclama un joven.

La administración de AMLO (2018-2024) permitió el tránsito masivo de migrantes sin una estrategia clara de contención. Esto, sumado a la entrega de tarjetas de visitante por razones humanitarias, generó un flujo récord: en 2023, más de medio millón de personas cruzaron México. Hoy, con Trump exigiendo “mano dura”, el gobierno mexicano atrapado entre su pasado permisivo y el presente represivo despliega a la Guardia Nacional para evitar que los migrantes suban a trenes, pero sin ofrecer alternativas.
“Nos dieron alivianes al principio, pero ahora nos tratan como basura”, espeta un haitiano mientras calienta agua en una lata oxidada. Organizaciones civiles exigen albergues ante el frío extremo, pero las autoridades priorizan evitar sanciones de EE.UU. “México quiere quedar bien con Trump, pero nos dejó tirados”, dijo Karen.
Aunque algunos insisten en quedarse en Juárez por el trabajo en las maquilas, otros planean retornar a sus países: “Los trenes traen gente de regreso”, confiesa un salvadoreño. Mientras, las palabras de Trump resuenan: su promesa de deportaciones masivas y el fin de los programas de asilo podrían convertir a Chihuahua en un limbo permanente para los migrantes.
