Más de 190 países aprueban el primer tratado global sobre pandemias.
El primer tratado global sobre pandemias busca coordinar esfuerzos internacionales y garantizar acceso equitativo a recursos médicos, aunque con compromisos mayormente voluntarios.
Ginebra, Suiza – Tras más de tres años de negociaciones, los países miembros de la Organización Mundial de la Salud (OMS) han alcanzado un hito histórico: la aprobación del primer tratado global sobre pandemias. Este acuerdo busca fortalecer la cooperación internacional, mejorar la distribución equitativa de recursos y establecer protocolos de prevención y respuesta ante futuras crisis sanitarias.
Un tratado necesario, pero con compromisos voluntarios
El tratado establece directrices clave para que los países desarrollen mecanismos de prevención, preparación y respuesta ante pandemias. Sin embargo, varios diplomáticos que participaron en las negociaciones lamentaron que gran parte de los compromisos sean voluntarios, lo que podría limitar su impacto real.
Las discusiones finales incluyeron sesiones maratónicas de hasta 24 horas ininterrumpidas, en las que los representantes enfrentaron la disyuntiva de aceptar el acuerdo o abandonar las negociaciones sin avances. A pesar de las dificultades, el director general de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus, celebró el consenso alcanzado, calificándolo como un paso crucial para la seguridad sanitaria global.
Lecciones de la COVID-19 y el acceso equitativo
Uno de los puntos centrales del tratado es la creación de una red global de cadena de suministro y logística, destinada a garantizar un acceso rápido y equitativo a productos esenciales como medicinas, vacunas y material médico. Esto responde a las fallas evidenciadas durante la pandemia de COVID-19, cuando países ricos acapararon vacunas, dejando a las naciones más pobres con suministros insuficientes.
El acuerdo también establece que los países deben evitar reservas nacionales excesivas de productos vitales, una práctica que llevó a la destrucción de millones de dosis de vacunas en países desarrollados, mientras que otras regiones sufrían escasez.
Transferencia de tecnología y financiamiento público.
Otro aspecto clave es la transferencia de tecnología para la producción de vacunas y tratamientos en países en desarrollo. Aunque este punto generó intensas discusiones, se logró un compromiso para que las farmacéuticas que utilicen patógenos compartidos asignen un 20% de los productos resultantes a la OMS, de los cuales la mitad será donada y el resto vendido a precios accesibles.
Por primera vez, el tratado estipula que la financiación pública para la investigación y desarrollo de nuevos tratamientos debe garantizar que los beneficios sean para el bien común, evitando que solo las grandes corporaciones se beneficien.
Un paso adelante, pero con desafíos pendientes
Si bien el tratado representa un avance significativo, su implementación dependerá de la voluntad política de los países firmantes. La OMS enfrenta uno de los momentos más difíciles de su historia, con la retirada de Estados Unidos y la pérdida de los recursos que este país aportaba.
El acuerdo será presentado en la Asamblea Mundial de la Salud en mayo, donde se espera su ratificación oficial.
¿Será suficiente para evitar los errores del pasado y garantizar una respuesta más justa ante futuras pandemias?