México reduce su energía limpia: de un 45% al 21.5%. Un freno a la transición energética.
México reduce sus metas de energía limpia para 2030, pasando de un objetivo del 45% al 21.5%. Expertos advierten efectos en inversión, competitividad y compromisos climáticos. La dependencia de combustibles fósiles sigue siendo dominante.
México enfrenta una encrucijada energética tras reducir sus metas de energía limpia para 2030. A pesar de los compromisos previos, el país sigue dependiendo en gran medida de combustibles fósiles, lo que genera incertidumbre sobre su competitividad y sostenibilidad. Expertos advierten que este cambio afecta inversiones y acuerdos internacionales. Con la transición energética en juego, las decisiones actuales marcarán el rumbo del desarrollo industrial y ambiental en los próximos años.
1El parque eólico Dolores esta ubicado en China, Nuevo León, y esta compuesto por 83 aerogeneradores con una capacidad de generación de 269 megawatts. Implicó una inversión de 290 millones de dólares Crédito: Archivo.
El Gobierno federal ha ajustado a la baja sus objetivos de generación de energía limpia para 2030, una decisión que marca un retroceso en los compromisos asumidos para enfrentar el cambio climático y fortalecer la competitividad del país en el sector energético.
Un ajuste drástico en las metas.
El Plan Nacional de Desarrollo 2025-2030 prevé que la proporción de energías renovables en México alcanzará el 21.5%, una reducción de 23.5 puntos porcentuales respecto a la meta inicial del 45%. La Secretaría de Energía (Sener) había fijado un objetivo del 35% de generación limpia para 2024, en cumplimiento del Acuerdo de París, pero el avance ha sido mínimo: actualmente, solo el 11% de la energía proviene de fuentes no contaminantes, mientras que el 89% aún depende de combustibles fósiles.
Impacto económico y ambiental.
Especialistas advierten que este ajuste podría afectar la capacidad del país para atraer inversiones extranjeras, especialmente en sectores que buscan sustentabilidad energética. Además, el incumplimiento de metas internacionales podría generar presiones diplomáticas y dificultar la integración de México en mercados globales donde la reducción de emisiones es un requisito clave.
Más allá de los compromisos ambientales, la incertidumbre sobre la política energética del país preocupa a actores industriales, que ven un retroceso en el desarrollo de infraestructura para la generación solar y eólica. La falta de incentivos y una estrategia definida podrían limitar el avance de proyectos renovables a gran escala.
¿Qué sigue?
La transición energética es un eje crucial para el desarrollo de México en las próximas décadas. Sin embargo, los recientes ajustes en las metas reflejan una priorización de la generación fósil sobre las alternativas limpias. La pregunta clave es si el país podrá recuperar el terreno perdido y adaptarse a la creciente demanda de energías sustentables en el mercado global.
El futuro energético de México está en juego, y las decisiones que se tomen en los próximos años definirán su papel en la lucha contra el cambio climático y su competitividad en la economía internacional.