La NFL ha sancionado duramente a los Atlanta Falcons y a su coordinador defensivo Jeff Ulbrich, luego de una broma telefónica indebida protagonizada por el hijo del entrenador durante el Draft 2025. La liga impuso una multa de 250,000 dólares al equipo y 100,000 dólares a Ulbrich, alegando fallas en la protección de información confidencial previa al evento.

El responsable fue Jax Ulbrich, de 21 años, quien aprovechó un iPad abierto en la casa de su padre para simular una llamada falsa a Shedeur Sanders, haciéndose pasar por Mickey Loomis, gerente general de los New Orleans Saints. En el video viralizado en redes, se escucha decir: “Te elegiremos con nuestra próxima selección… pero tendrás que esperar un poco más”, generando confusión e incomodidad en Sanders y sus acompañantes.

La NFL justificó las sanciones por “no evitar la divulgación de información confidencial” en un momento clave como el draft. En respuesta, los Falcons reconocieron su responsabilidad, destacaron su cooperación con la liga y anunciaron que la familia Ulbrich participará en acciones comunitarias como parte del proceso de reparación.

Jax Ulbrich se disculpó públicamente vía Instagram, calificando su acción como “inexcusable y vergonzosa”, y agradeció a Sanders por aceptar su llamada de disculpa. Afirmó que arruinó un momento único para el jugador: “Fue egoísta e infantil. Nunca imaginé lo que era prepararse para celebrar uno de los mejores momentos de tu vida y luego arruinarlo por completo”.

Por su parte, Shedeur Sanders, quien finalmente fue seleccionado en la quinta ronda por los Cleveland Browns, restó importancia al incidente. En una conferencia telefónica, afirmó que no se dejó afectar y lo calificó como un acto inmaduro más que ofensivo. “Es lo que es”, declaró con serenidad.

Aunque el impacto emocional sobre Sanders pareció limitado, el caso deja una lección clara sobre los límites de las bromas en contextos profesionales y las consecuencias de comprometer la integridad del proceso del draft. La NFL envió un mensaje firme: no hay espacio para imprudencias, ni siquiera disfrazadas de humor.