En una noche cargada de tensión en el estadio José Zorrilla, el Barcelona logró una remontada sufrida por 1-2 ante el Real Valladolid, consolidando así su quinta remontada en LaLiga esta temporada. Este triunfo coloca a los de Hansi Flick a solo siete puntos del Real Madrid, a la espera de lo que hagan los merengues frente al Celta de Vigo.

El técnico alemán apostó por una alineación revolucionaria que rozó el desastre. Con solo dos titulares habituales repitiendo respecto al último duelo frente al Inter de Milán, Flick introdujo numerosos cambios, incluyendo el debut de Dani Rodríguez y la presencia de jóvenes como Héctor Fort, Gerard Martín y Pau Víctor. La apuesta, sin embargo, provocó un equipo desconectado y vulnerable desde el inicio.

El Valladolid, ya descendido, aprovechó la confusión culé y se adelantó con un tanto fortuito de Iván Sánchez, tras un desvío en Ronald Araújo que despistó a Ter Stegen. La falta de ritmo y cohesión en el Barça trajo a la memoria fantasmas del pasado, como las dolorosas pérdidas de título frente a equipos ya condenados al descenso en 1982, 1997 o 1972.

El punto de inflexión llegó en el descanso. Flick dio entrada a pesos pesados como Frenkie de Jong y Raphinha, sentando a un gris Ansu Fati y reservando a Pedri. El cambio fue inmediato: el Barcelona recobró el control, el ritmo y la amenaza. Raphinha empató tras un rechace del portero, y Fermín López selló la remontada minutos después, aprovechando un nuevo centro de Lamine Yamal, que aportó desequilibrio desde su ingreso.

A pesar del triunfo, el equipo no logró despejar todas las dudas. El juego fue irregular, los errores defensivos constantes y el sufrimiento, palpable hasta el final. No obstante, esta victoria mantiene vivas las aspiraciones del Barça al título, con un cierre de temporada donde cada punto cuenta. La apuesta arriesgada de Flick pudo haber costado caro, pero terminó reforzando la convicción de que, incluso en la adversidad, el Barça sabe levantarse.