La primera temporada de Kylian Mbappé en el Real Madrid ha dejado más preguntas que certezas. A pesar de terminar el curso como un faro en medio de la tormenta, el astro francés evidenció una gran carencia: no tuvo un socio de ataque a la altura. El desafío ahora recae sobre Xabi Alonso, llamado a construir un equipo que respalde el talento del nuevo ídolo del Bernabéu.

En su debut con la camiseta blanca, Mbappé fue una isla. Aunque firmó actuaciones brillantes, como su hat-trick ante el Barcelona, sus goles no bastaron para compensar las deficiencias colectivas del equipo. En contraste, Rodrygo y Vinícius Júnior ofrecieron versiones apagadas y erráticas.

Rodrygo, fuera de posición y poco arropado mediáticamente, no logró sostener un rendimiento regular. Tuvo oportunidades de sobra, pero no las convirtió en argumentos sólidos para ser el acompañante ideal de Mbappé. Su talento es indiscutible, pero su eficacia, insuficiente cuando se le exige protagonismo.

En cambio, Vinícius representa una historia distinta. Aunque también estuvo lejos de su mejor nivel, su techo es más alto. Ha demostrado que puede ser uno de los tres mejores del mundo, y lo fue al conquistar su segunda Champions. El bajón, según fuentes del club, fue más mental que futbolístico. Envuelto en controversias externas, se alejó de su esencia: el fútbol y la alegría con el balón en los pies.

La llegada de Xabi Alonso podría marcar un antes y un después. El entrenador conoce la casa, la presión y la receta del éxito merengue. Y en su libreto, Vinícius es el candidato natural para acompañar a Mbappé. Ambos se complementan, tienen química y, según voces internas, su relación personal es mucho mejor de lo que se especula. No se estorban; se necesitan.

Vinícius ha declarado públicamente que su objetivo es que Mbappé marque goles. Esa es la clave para construir una dupla temible. Dos talentos superlativos, con capacidad para decidir partidos, deben aliarse para que el Real Madrid recupere su esencia ganadora.

Porque en el fútbol, los genios no deben caminar solos. Y si el club quiere que Mbappé levante un Balón de Oro con la camiseta blanca, deberá darle el socio perfecto. El brasileño ya ha demostrado que puede serlo. Solo necesita reencontrarse con su mejor versión. Porque cuando el ruido se apaga, los diamantes saben encontrarse entre sí.