Aunque para los humanos los abrazos son una muestra de afecto, en el lenguaje corporal de los perros representan algo muy distinto. Este contacto cercano puede resultar incómodo o incluso amenazante para ellos, ya que no es una conducta natural entre caninos. Al sentirse rodeados o inmovilizados, muchos interpretan el gesto como un intento de dominación. Por eso, en vez de relajarse, su cuerpo se tensa o apartan la mirada, mostrando signos claros de incomodidad, aunque a veces lo toleren por el vínculo con su dueño.

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Estudios recientes han revelado que más del 80% de los perros fotografiados mientras eran abrazados mostraban señales de estrés, como orejas hacia atrás o lamerse los labios. Para ellos, un abrazo no representa cariño, sino una imposición. Esta reacción es especialmente importante de tener en cuenta cuando niños interactúan con perros ajenos, ya que el animal podría sentirse invadido y reaccionar mal ante la falta de espacio personal.

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Lo recomendable es optar por caricias suaves, especialmente en zonas como el lomo, en lugar de envolverlos en abrazos. Este tipo de contacto es mejor recibido y fortalece el vínculo humano-animal sin generar ansiedad. Comprender el lenguaje corporal del perro y respetar sus límites promueve una relación basada en la confianza, el respeto y el bienestar emocional de ambas partes.