Boca Chica, Texas.— La noche del 18 de junio de 2025, la nave Starship 36 de SpaceX explotó durante una prueba de fuego estático en las instalaciones de Starbase, marcando un nuevo capítulo de aprendizaje —arduo pero necesario— en el desarrollo de cohetes reutilizables.

El incidente ocurrió instantes antes de que se activaran los motores Raptor del propulsor Super Heavy. Una anomalía repentina generó una explosión de gran magnitud que iluminó la zona como un amanecer inesperado. La transmisión en vivo fue interrumpida de forma abrupta, aunque bastaron segundos para que el video recorriera redes sociales alrededor del mundo.

Lo que estaba en juego era más que un ensayo: se trataba de parte del protocolo previo al Vuelo 10 del sistema Starship, la arquitectura en la que SpaceX apuesta su futuro para llevar carga (y eventualmente humanos) más allá de la órbita baja terrestre. Con su diseño completamente reutilizable, Starship representa una revolución en la economía del espacio.

Pese al fallo, la compañía enfatizó que este tipo de eventos forma parte del proceso iterativo que ha caracterizado a SpaceX desde sus inicios. “Cada explosión nos acerca más a un lanzamiento exitoso”, señaló un ingeniero de la firma bajo condición de anonimato.

La emergencia movilizó al equipo del Puesto de Avanzada Massey, especializado en evaluar fallos estructurales y criogénicos. Por ahora, se desconoce si este revés afectará el cronograma general de pruebas o si se realizarán ajustes inmediatos en el diseño de la Starship.

Más allá del estruendo, el mensaje es claro: en la frontera del espacio, los errores también son propulsión.