Sin pensión ni apoyos, hombre de 63 años enfrenta la vida vendiendo dulces en el Centro de Chihuahua
Nota y fotos por: Silver Juárez Arce
En el centro de Chihuahua, entre las calles Séptima y Quinta, Guadalupe sobre la Liber, un hombre de 63 años, pasa sus días vendiendo dulces a 50 centavos para poder costear sus medicinas. Su historia es un reflejo de la lucha diaria de muchas personas en situación de calle que buscan sobrevivir sin apoyo institucional.
Guadalupe perdió una de sus piernas debido a un accidente que le provocó la muerte de los tejidos. Desde entonces, se desplaza en una silla de ruedas que, según cuenta, rescató de la basura y reparó con sus propias manos. “La silla ya tiene más de 10 años. Le compré unos aros y la arreglé”, comenta mientras muestra los desperfectos de su medio de transporte.
Su día a día es una batalla contra el cansancio y los efectos de sus medicamentos. “Me estoy durmiendo porque no me llega el oxígeno al cerebro. Tomo una pastilla que me cuesta 60 pesos en el SIMI refiriéndose a la farmacia genérica, pero no me dieron el nombre. Tengo que romperla en pedacitos porque no me dan más”, explica. A pesar de sus problemas de salud, Guadalupe no recibe ninguna pensión o apoyo gubernamental. “Ni la de Obrador, ni nada. Ni siquiera la de discapacitado, porque dicen que no estoy puesto de acuerdo”, lamenta.
Guadalupe vive en un taller privado en la calle Séptima, cerca del Pípila, donde unos amigos le dan refugio. “Cuando empezó la pandemia, los albergues no querían a nadie. Estos amigos me dieron chance”, recuerda. Aunque tiene familiares, no recibe ayuda de ellos. “Están más viejos que yo y tienen muchas responsabilidades”, dice sin rencor.
Su jornada comienza alrededor de las diez de la mañana y termina cuando el cansancio lo vence. “Vendo dulces para sacar para mi medicina. A veces me conocen en la mañana, pero llevo ocho años con la pata mocha”, comenta con resignación.
Guadalupe es solo uno de los muchos casos de personas en situación de calle que luchan por sobrevivir en Chihuahua. Su historia pone de manifiesto la necesidad de políticas públicas más efectivas para apoyar a los más vulnerables. Si algún benefactor desea ayudarlo, puede encontrarlo en el centro de la ciudad, entre las calles Séptima y Quinta, vendiendo sus dulces con una sonrisa a pesar de las adversidades.
