Chivas y el eterno retorno de sus joyas perdidas
El Club Deportivo Guadalajara, reconocido por tener una de las canteras más prolíficas de México, enfrenta desde hace años un problema recurrente: la fuga de talento que no logra consolidarse en el primer equipo, pero que termina brillando en otros clubes para, después, ser repatriado a un costo más alto.
El caso más reciente es Diego Campillo, quien dejó al Rebaño en el Clausura 2023 y volvió dos años después procedente de FC Juárez como refuerzo para el Apertura 2025. Ahora, busca un lugar en el once inicial de Gabriel Milito y fue titular en el cierre de la participación rojiblanca en la Leagues Cup 2025 ante Cincinnati.
Este fenómeno no es nuevo en Chivas. Víctor Guzmán vivió su primera salida a Pachuca en 2015, donde fue campeón y figura, antes de su retorno en 2023 para llevar al equipo a una final. Tras 76 partidos, 17 goles y 7 asistencias, volvió a los Tuzos en el Apertura 2025.
Otro ejemplo es Rubén “Oso” González, quien tuvo que dejar la institución para debutar en Primera con Necaxa, pasando después por América y León, hasta regresar a Guadalajara en 2022, donde acumula más de 100 partidos.
José Juan Macías, actualmente a prueba en el Valladolid, ha tenido tres etapas con el club. Tras su cesión a León en 2019, donde marcó 19 goles, regresó para después emigrar a Getafe. Su tercera etapa con Chivas fue opacada por lesiones graves, derivando en su salida a Santos.
En tanto, Daniel Ríos, goleador juvenil que no debutó en Liga MX, desarrolló su carrera en la USL y la MLS antes de volver en 2023. Su paso fue discreto, con apenas un gol en 22 partidos, y posteriormente volvió a ser prestado a clubes estadounidenses.
La constante es clara: Chivas produce talento, lo deja ir sin consolidarlo y termina recuperándolo con la esperanza de que, esta vez, sí sea la definitiva. El problema es que, mientras tanto, el precio y el tiempo siempre juegan en contra.