Desafuero en pausa: ¿Justicia o estrategia electoral?
Redacción por: César Olvera
Ciudad de México, 28 de agosto de 2025 — En el Senado, donde los discursos suelen ser más teatrales que legislativos, se vivió esta semana un episodio digno de telenovela política: golpes, gritos, acusaciones de narcotráfico y una casa en Morelos que, como por arte de magia, desapareció del debate público.
Todo comenzó con el altercado entre Alejandro “Alito” Moreno Cárdenas, líder del PRI, y Gerardo Fernández Noroña, presidente del Senado. El priista, en un arrebato digno de lucha libre, embistió a Noroña en plena sesión de la Comisión Permanente, dejando como saldo un colaborador lesionado, una denuncia penal y una solicitud de desafuero que ahora pende de un hilo.
El drama detrás del telón
Adán Augusto López Hernández, coordinador de los senadores morenistas y estratega político en jefe del oficialismo, ha recomendado no avanzar con el desafuero de Alito. ¿La razón? Según él, el priista aprovecharía el proceso para victimizarse y convertir su imagen de presunto corrupto en la de mártir democrático. “No hay que regalarle la narrativa”, habría dicho en privado, mientras Ignacio Mier, su fiel escudero, se apresuraba a declarar que no hay votos suficientes para proceder.
Pero la jugada tiene doble filo. Mientras Alito se defiende con discursos sobre persecución política y amenazas, Noroña, el otro protagonista del zafarrancho, se beneficia del foco mediático: su polémica casa en Morelos, valuada en millones y construida en terrenos comunales, ha quedado convenientemente fuera del radar.
• Hecho noticioso: Agresión física de Alito Moreno contra Gerardo Fernández Noroña en el Senado.
• Contexto: Tensiones entre PRI y Morena, acusaciones cruzadas, y una solicitud de desafuero que divide al oficialismo.
• Testimonios: Declaraciones de Adán Augusto, Ignacio Mier, y los propios protagonistas del altercado.
• Antecedentes: Ruptura entre Alito y Adán Augusto tras el caso “La Barredora”, donde Moreno acusó al morenista de vínculos con el narcotráfico.
• Implicaciones: Posible uso político del desafuero, desvío de atención sobre propiedades de Noroña, y fracturas internas en Morena.
Porque nada dice “defensa de la democracia” como una patada en el cuello y una denuncia por amenazas de muerte. En el Senado, donde se supone que se legisla, ahora se reparte justicia a manotazos. Y mientras Alito se convierte en el nuevo “perseguido político” y Noroña en el “defensor del pueblo”, los ciudadanos se preguntan si el desafuero es una herramienta legal o simplemente un comodín electoral.
Adán Augusto, siempre el pragmático, parece haber entendido que en la política mexicana no se gana con argumentos, sino con narrativas. Y si el escándalo sirve para tapar mansiones en Morelos y acusaciones de narco, pues mejor dejar el desafuero para otra temporada.