Acción Nacional en Chihuahua: de la democracia a la simulación
Por César Olvera
Lo que alguna vez fue un bastión de participación ciudadana y debate interno, hoy se parece más a una oficina de control político con membrete azul.
El Partido Acción Nacional en Chihuahua ha dejado atrás los principios que lo fundaron —pluralidad, transparencia, representación— para abrazar una democracia dirigida, donde las decisiones se toman en lo alto y se reparten hacia abajo como si fueran órdenes, no acuerdos.
Las asambleas se han vuelto rituales vacíos. Las candidaturas, moneda de cambio. Y los liderazgos, resultado de pactos entre élites que ya no consultan ni respetan a la militancia. Lo que antes se decidía con voto, hoy se impone con línea. Lo que antes se discutía en comités, hoy se negocia en cafés privados. Y lo que antes se defendía como convicción, hoy se vende como estrategia.
La militancia, esa que camina barrios, que defiende causas, que sostiene al partido en tiempos difíciles, ha sido relegada a espectadora. Se le pide disciplina, pero no se le da voz. Se le exige lealtad, pero se le niega representación. Y cuando se atreve a cuestionar, se le acusa de dividir, de traicionar, de no entender “la nueva realidad”.
La democracia dirigida no es democracia. Es simulacro. Es control disfrazado de orden. Es traición envuelta en institucionalidad. Y cuando un partido que se dice democrático renuncia a sus principios para imponer liderazgos por conveniencia, no solo se traiciona a sí mismo: traiciona a quienes creyeron que el cambio era posible desde dentro.
