La Ley Olimpia se voltea: mujer podría ir a prisión por extorsionar a su roomie con fotos íntimas
Durango | Reportaje Especial
En un giro poco común —y legalmente inédito en Durango— la Ley Olimpia, diseñada para proteger a mujeres víctimas de violencia digital, podría ser aplicada por primera vez contra una mujer. El caso involucra a Brenda “N.”, quien presuntamente fotografió desnudo a su compañero de vivienda mientras dormía, con el objetivo de chantajearlo para no pagar la renta.
Isaac, la víctima, compartía departamento con Brenda desde hacía meses. La convivencia se tensó por problemas económicos, hasta que una noche, según la denuncia, Brenda aprovechó el descuido de su compañero para capturar imágenes íntimas sin su consentimiento. Al no lograr su cometido económico, decidió publicar las fotos en redes sociales.
Humillado y expuesto, Isaac acudió a la Fiscalía de Durango y denunció los hechos bajo el marco de la Ley Olimpia. El caso ya está en manos del Ministerio Público y podría sentar un precedente nacional: sería el segundo caso en México en que esta legislación se aplica en favor de un hombre.
¿Qué dice la Ley Olimpia?
Promulgada en 2021 a nivel federal, la Ley Olimpia sanciona la difusión no consentida de contenido íntimo con penas de hasta seis años de prisión. Aunque su origen está ligado a la lucha feminista y a la activista Olimpia Coral Melo, la ley no distingue género: protege a cualquier persona cuya intimidad digital haya sido vulnerada.
Un espejo incómodo
Este caso ha abierto un debate sobre los límites del discurso de género en la legislación. Mientras algunos colectivos feministas han guardado silencio, otros sectores celebran que la ley se aplique con imparcialidad. “La justicia no debería tener género, pero sí memoria”, comentó un abogado penalista local.
En un Congreso estatal donde algunos exdiputados se quejan de la frivolidad legislativa y la defensa automática del género, este caso parece una respuesta involuntaria pero contundente: la Ley Olimpia, creada para proteger a mujeres, ahora podría encarcelar a una por ejercer la misma violencia que se buscaba erradicar.
Cuando la sororidad se convierte en chantaje, y el feminismo en coartada, la justicia —por fin— se pone los pantalones.