Nota y fotos por: Silver Juárez Arce

El amanecer de este jueves en el Pasaje de la calle Victoria recibió a una escena que evoca la sencillez y la calidez de los pequeños momentos: una pareja de jóvenes enamorados compartiendo su desayuno en una banca. Con el sol recién asomando y el ambiente tranquilo de la mañana, los dos muchachos, visiblemente contentos, disfrutaban de unas humeantes sopas Maruchán, esas que saben a nostalgia y complicidad.

No hubo mesas elegantes ni platos sofisticados, solo el gesto espontáneo de compartir lo poco o lo mucho, sin intereses más allá de la compañía mutua. Las risas y las miradas cómplices dibujaban un retrato de juventud, donde el amor se mide en detalles cotidianos: un vaso de sopa, una banca fría que se vuelve cálida, y el tiempo que parece detenerse en el centro de la ciudad.

En un mundo acelerado, escenas como esta recuerdan que el cariño no necesita grandes escenarios, sino la disposición de dos personas para encontrar felicidad en lo simple. Mientras el resto de Chihuahua despierta, ellos ya habían encontrado su motivo para sonreír.