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¿Estados Unidos se apodera poco a poco de la Liga MX?

El interés de inversionistas estadounidenses en el futbol mexicano está creciendo a pasos acelerados. En apenas cuatro meses, dos equipos de la Liga MX pasaron a manos de empresarios de Estados Unidos. El Querétaro fue adquirido por Innovatio Capital, representado por Marc Spiegel, mientras que Apollo Sports Capital, con Al Tylis al frente, concretó la compra del Atlético de Madrid y sus activos, entre ellos el Atlético San Luis. Esta operación ha encendido las alarmas por la posible expansión de la multipropiedad en el futbol mexicano, un tema ya presente con Grupo Pachuca, Grupo Orlegi y TV Azteca.

El caso de Tylis, también inversor del Necaxa, refuerza la inquietud sobre la concentración de poder en manos extranjeras. Sin embargo, más allá del debate legal, esta tendencia refleja un fenómeno claro: el creciente interés del capital estadounidense por adentrarse en el futbol mexicano. Con franquicias deportivas en Estados Unidos que alcanzan valores de hasta 7 mil millones de dólares, la Liga MX se presenta como una alternativa rentable y mucho más accesible, con clubes que pueden adquirirse por cifras cercanas a los 120 millones de dólares, como ocurrió con el Querétaro.

El atractivo no solo radica en el costo, sino en el enorme mercado de aficionados mexicanos en Estados Unidos, donde la Liga MX supera en audiencia televisiva incluso a la MLS y a competiciones europeas. Este público masivo y leal convierte a los equipos mexicanos en una oportunidad de negocio binacional. Ciudades como Los Ángeles, Miami o San Diego ya figuran como posibles sedes de negocios asociados a clubes mexicanos, fortaleciendo una relación deportiva y comercial cada vez más estrecha entre ambos países.

El fenómeno no es exclusivo de México. En Europa, la presencia de dueños estadounidenses en clubes de élite como Arsenal, Chelsea o Manchester United demuestra que el futbol internacional se ha convertido en un negocio global con gran potencial de retorno. De cara al Mundial 2026, con sede compartida entre México, Estados Unidos y Canadá, los grupos de inversión del norte buscarán aprovechar los nuevos contratos de transmisión y los fondos de inversión que inyectarán capital en el futbol mexicano.

Así, el futuro podría traer una Liga MX gentrificada, con equipos controlados por consorcios extranjeros que definan desde fuera del país el rumbo del balompié nacional. Un cambio que, aunque promete estabilidad económica, plantea una pregunta de fondo: ¿seguirá siendo la Liga MX verdaderamente mexicana?