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Día del Cartero: entre cartas y paquetes, César Molina mantiene viva una tradición que resiste a la era digital

Nota y fotos por: Silver Juárez Arce

Con 25 años de recorrer las calles de Chihuahua en su bicicleta, César Molina, cartero de Correos de México, sabe que su trabajo ha cambiado. Ya no carga la clásica mochila de cuero, sino canastas llenas de estados de cuenta y paquetes de compras en línea, que hoy representan el 98% de su carga diaria. “Antes todo era cartas, ahora solo el 2% son cartas o postales”, comenta mientras revisa un envío de una tienda china. “Pero ese 2% sigue siendo especial, porque son mensajes que la gente aún escribe a mano”.

Su ruta abarca desde San Felipe y parte del Centro hasta la Ciudad Judicial, y aunque los tiempos han cambiado, las anécdotas no faltan. “Un camión me tiró una vez”, recuerda entre risas, “pero los perros nunca me han mordido, como que me respetan”. Su jornada también incluye zonas como Subaica, Ebetrón y Renampague, donde el ritmo de la ciudad se mezcla con la tradición de un oficio que, según él, sigue siendo un servicio social: “No solo repartimos papeles, llevamos historias”.

Hoy, en el Día del Cartero, César y sus ocho compañeros del turno central —sin contar a los de ventanilla y registros— se preparan para celebrar en un convivio organizado por el sindicato de la UACH. Mientras tanto, sigue su ruta, consciente de que, aunque el mundo ahora prefiere los mensajes digitales, su labor sigue siendo un puente humano entre las personas.

La celebración de este día tiene sus raíces en 1931, cuando el presidente Pascual Ortiz Rubio institucionalizó el Día del Cartero en honor a un acto de honradez durante la Revolución Mexicana: un cartero rescató oro y correspondencia de un tren accidentado, asegurando que llegara a su destino. Desde entonces, cada 12 de noviembre, México rinde homenaje a quienes, como César, mantienen viva una tradición que, aunque transformada, sigue siendo esencial. “Divorciado y con hijos”, bromea, “pero el correo nunca me ha fallado”.