Recibir gente en casa debería ser un momento agradable, pero para muchos perros puede convertirse en una situación llena de tensión. Cuando suena el timbre o se abre la puerta, algunos reaccionan con ladridos, saltos, nerviosismo o incluso conductas defensivas. Esto ocurre porque cada nueva persona representa un cambio brusco en su entorno, y no todos saben cómo gestionarlo. Entender sus emociones es el primer paso para ayudarlo a recibir visitas con más tranquilidad.

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La mayoría de los perros pueden aprender a manejar mejor estas situaciones si se les guía de forma correcta. Acostumbrarlos implica combinar rutinas estables, un ambiente adecuado y experiencias positivas que reduzcan su ansiedad. Actividades como un paseo previo, juegos de olfato o crear una zona segura dentro de casa hacen una gran diferencia. Además, enseñarles a asociar el timbre y la llegada de personas con calma —y no con excitación— ayuda a disminuir comportamientos impulsivos.

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Durante la visita, es esencial permitir que el perro mantenga su espacio, evitar saludos exagerados y reforzar cualquier señal de serenidad. Dar opciones para que se acerque por voluntad propia, permitirle oler y retirarse cuando lo necesite, así como premiar conductas tranquilas, favorece una convivencia más armoniosa. Si muestra gruñidos, rigidez o miedo, lo mejor es darle distancia y evitar regaños, ya que estos solo aumentan su malestar. Con constancia, visitas controladas y un ambiente predecible, tu perro aprenderá que la llegada de gente no es una amenaza, sino una experiencia segura y positiva.