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El peso emocional que une y separa a la familia: “Valor sentimental”

En Valor sentimental, Joachim Trier vuelve a profundizar en uno de los territorios que mejor conoce: los lazos familiares y las huellas invisibles que se heredan con el paso del tiempo. La película, que llega hoy a las salas, reflexiona sobre culpas, ausencias y expectativas que moldean la identidad de las personas, influyendo tanto en la forma de amar como en la manera de lastimar a quienes están más cerca.

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La trama se centra en un cineasta que, tras años de distancia, intenta reconstruir el vínculo con sus hijas. Entre ellas está Rachel, una actriz reconocida que lucha por romper los encasillamientos de la industria y ser valorada más allá de la imagen que otros han construido sobre ella. En ese reencuentro, el pasado pesa tanto como las oportunidades perdidas, marcando un conflicto emocional difícil de reparar.

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En este cruce de caminos, Trier construye un relato íntimo sobre la memoria emocional y la incapacidad de algunos padres para comunicar lo que sienten. Stellan Skarsgård da vida a Gustav con una carga humana compleja, un personaje atravesado por la tensión entre la vida artística y la vida familiar, un dilema que el propio actor reconoce como universal y vigente en cualquier disciplina creativa.

Por su parte, Elle Fanning encuentra en Rachel un espejo de experiencias personales y profesionales. Su personaje atraviesa un proceso de transformación al comprender que el reconocimiento no siempre llega desde afuera y que, muchas veces, debe ser reclamado con firmeza. Esa evolución se intensifica en la relación con su padre, tan inspiradora como dolorosa, donde el aprendizaje no está exento de pérdidas.

Rodada en un contexto multicultural, Valor sentimental refuerza la sensación de extrañeza y búsqueda que acompaña a sus protagonistas. Lejos de ofrecer respuestas sencillas, la película plantea una pregunta incómoda pero necesaria: ¿qué herencia emocional dejamos a quienes amamos? Con esa reflexión, Trier confirma que el cine también puede ser un espacio para enfrentar aquello que, generación tras generación, suele permanecer en silencio.