La pesadilla de la pobreza
Rafael Soto
Dijo Xóchitl, debemos entender la cultura laboral de los habitantes del suroeste del país. Desgraciadamente tiene razón. Vamos primero los números según CONEVAL : de las 32 entidades, Chiapas registró el mayor porcentaje de pobreza con el 67.4% de sus habitantes; Guerrero 60.4%, Oaxaca 58.4%, Puebla 54%, Tlaxcala 52.5% y Veracruz 51.7%. En contraste Baja California Sur 0.8%, Nuevo León 1.1%, Colima 1.2%, Baja California 1.3% y Sonora 1.7%. Los Estados más “ricos” son Ciudad de México, Nuevo León y Aguascalientes con el 11% cada uno. Sonora, Querétaro y Baja California Sur con el 10% y Chihuahua el 9%.
Ahora bien, medir la economía de los habitantes de cualquier país es complicado. No todos los economistas están de acuerdo. Conste que solo es un ejemplo: si mides según sus ingresos y que éstos sean de 100 dólares americanos por mes, entonces te da un resultado. Si desde el escritorio quieres que los pobres sean menos baja la cantidad a 80 dólares. Si insistes en establecer que la pobreza es cosa del pasado bájalo a 50 dólares y así. Y nos hacemos como el tío Lolo.
La CEPAL (Comisión Económica para América Latina y el Caribe) desarrolla una metodología para medir la pobreza basándose en el costo de satisfacer necesidades básicas de acuerdo a los ingresos. Sea el caso, en Texas, Estados Unidos un obrero gana poco menos de 300 dólares a la semana –salario mínimo-. Aquí serían casi seis mil pesos cada siete días y 24 mil al mes. Pero en la Unión Americana se gana en dólares y se gasta en la misma moneda. No es lo mismo una persona de bajos recursos en Quebec, París, Múnich, Tokio que en Ciudad Juárez, San Cristóbal de las Casas o Villahermosa o Acapulco. Porque debemos considerar el ingreso per cápita. En 2022 en México fue de 10,590 euros, es decir, alrededor de los 195 mil pesos anuales. Paradójicamente, México es la economía 14 del mundo. No es un sitio despreciable.
Pero para medir la economía de un país o de una región, debe considerarse el ingreso per cápita, el nivel educativo promedio de la familia, acceso a los servicios de salud, a la seguridad social, su calidad, a los servicios básicos y espacios de la vivienda. Alimentación, grado de cohesión social, promedio de educación. Medios de acceso a televisión, internet, telefonía, etc.
Estos son simples números. Ahora nos preguntamos ¿por qué Chiapas, Guerrero y Oaxaca son los más humildes del país? Y volvemos a cuestionarnos ¿por qué? ¡si lo tienen todo! Necesitamos de las estadísticas, de los estudios sociales y económicos pero agregarle otros factores. Mire usted. Yo he viajado mil veces a la Ciudad de México, en toda temporada. Desde muy joven me asombraba de ver las caravanas que los devotos de los estados realizaban para visitar a la Virgen de Guadalupe. Y leía en las noticias: vienen desde Veracruz, Guerrero, Puebla, Oaxaca, Estado de México a visitar a la Emperatriz de América a pie. Haciendo cálculos ellos caminaron durante unos diez días. Claro dependiendo del punto de partida. Otros tres, cuatro o cinco días en los alrededores de la basílica y luego se regresaba, unos a pie y otros en camiones, trocas, en aventón, etc. Y yo decía ¡cómo es posible que abandonen sus propiedades, trabajos, escuelas quince días! Nosotros no somos tan creyentes para faltar tanto tiempo a nuestras obligaciones. El presidente criticó a Xóchitl porque habló de diferentes culturas laborales, pero por qué no regañó a Adán Augusto López cuando dijo que los tabasqueños eran más inteligentes que los norteños. Ni tan listos, están en el séptimo lugar entre las entidades más pobres.
Uno de mis compañeros, zootecnista, me platicó que cuando él egresó de la Universidad consiguió trabajo en el suroeste del país. Eran un grupo interdisciplinario. Había varios profesionistas. Su tarea era enseñarles a los indígenas –así lo dijo- a usar correctamente el arado. Ellos tenían costumbre de amarrar a los bueyes de la “cintura” y lo correcto, obedeciendo las leyes de la física, es hacerlo de la cabeza. También que usaran puntas de fierro porque lo hacían con unos fabricados de madera. Ellos nos obedecían. Nos íbamos a otra comunidad. Pero cuando pasábamos de regreso ya habían vuelto a sus ancestrales costumbres.
Qué hacer con los más pobres del país. ¿Educarlos para que abandonen sus tradiciones? Se nos viene el mundo. ¿Enseñarlos a hablar español e inglés? No, es mejor que conserven sus dialectos porque después se pierden. ¿Educarlos en la cultura occidental? Tampoco porque se desaprovecharán sus usos y costumbres. Ya no podrán pedir dote por sus hijas ni casarlos con o sin su consentimiento. Es un problema complejo. Me gustaría adherirme a una solución objetiva y benéfica… ¿pero cuál?
Otro de mis amigos trabajó en una investigación en esas regiones. Querían saber qué provocaba la pobreza. Hicieron cuestionarios y la respuesta más elegida a “¿por qué eres pobre?” Fue “Porque Dios quiere”. Los sorprendió, pensaban que dirían que el gobierno corrupto, los líderes inmorales, los caciques, pero si viene del todopoderoso, sea bienvenida.
Un saludo a mis lectores cautivos. Sí, a esos que están en el frescobote.
