La situación de Ferrari y Lewis Hamilton ha llegado a un punto crítico. El piloto británico volvió a quedar fuera en Q1 por tercera vez consecutiva, mientras Charles Leclerc apenas logra mantener el auto en pista en el Gran Premio de Qatar. La frustración se respira en los boxes y en la afición, mientras la escudería más histórica de la Fórmula 1 enfrenta uno de sus momentos más oscuros. Piero Ferrari, presente en Lusail, observa con incredulidad cómo el equipo se hunde aún más y cómo la presión de los tifosi crece carrera tras carrera.

El rendimiento del SF-25 ha caído en picada. Hamilton, el heptacampeón que llegó a Maranello con grandes expectativas, suma tres clasificaciones consecutivas sin superar la primera tanda: Las Vegas y las dos sesiones de Qatar. En la sprint qatarí apenas avanzó un puesto y describió el auto como “ingobernable”, mencionando problemas de subviraje, falta de agarre y rebote. Incluso Pierre Gasly, que rodaba detrás, le advirtió el pésimo comportamiento de su monoplaza. La situación no mejora para Leclerc. Aunque su temporada ha sido menos caótica, en Qatar apenas fue décimo y su trompo en clasificación dejó en evidencia la inestabilidad del auto rojo.

Con ambos pilotos desanimados, las dudas sobre el futuro crecen. Hamilton y Leclerc tienen contrato para 2026, pero en el paddock ya se especula sobre la continuidad del británico, mientras el monegasco aparece en el mercado para 2027. La renovación de Frédéric Vasseur como director de equipo tampoco calma las aguas, sobre todo ante la posibilidad de finalizar cuartos en el campeonato de constructores, un golpe profundo para una escudería que inició el año con promesas, glamour y la llegada del campeón más laureado de la historia. Nueve meses después, todo aquello se desvaneció, dejando sobre la mesa un panorama que muchos ya catalogan como un verdadero desastre en Ferrari.