Guillermo Almada ha colocado al Club Pachuca en el ojo del huracán tras presentar su renuncia como director técnico apenas tres semanas antes del Mundial de Clubes. La decisión del estratega uruguayo, aunque firme, no fue aceptada por la directiva encabezada por Armando Martínez y el propietario Jesús Martínez, generando incertidumbre en el entorno del club.

La institución ha dejado abierta la posibilidad de su salida, pero no sin condiciones: cualquier equipo interesado en sus servicios dentro de la Liga MX deberá cubrir una cláusula de rescisión superior a los 4 millones de dólares. De acuerdo con fuentes cercanas, esta penalización contractual aplica exclusivamente para clubes mexicanos; en caso de que Almada decida salir del país, quedaría libre sin pagar indemnización, siempre y cuando formalice su renuncia por escrito.

Mientras se define su situación, Almada continúa cumpliendo sus funciones, dirigiendo las prácticas del equipo, lo que revela la tensión interna y profesionalismo forzado mientras ambas partes buscan una salida viable. La directiva ya trabaja en la búsqueda de su reemplazo, esperando concretar una solución en los próximos días.

Las razones detrás de su intempestiva decisión se centran en una fractura en el vestidor, producto del desgaste en la relación con varios jugadores, y el deseo del entrenador de anticipar la concentración del equipo tras las vacaciones, lo que fue rechazado tanto por el plantel como por los dirigentes, al considerar excesivo el tiempo de preparación propuesto.

Almada deja tras de sí una etapa exitosa con títulos relevantes como la Concacaf Champions Cup, el Derbi de las Américas y la Liga MX del Apertura 2022. Sin embargo, las fricciones internas y la posibilidad de nuevos retos en su carrera parecen marcar el fin de su ciclo en Pachuca.

La novela de Almada y los Tuzos está lejos de concluir, pero el desenlace parece inevitable. Su salida, aunque aún no oficial, ya resuena como una de las más significativas del fútbol mexicano en este año.