Hugo Sánchez, considerado el mejor futbolista mexicano de todos los tiempos, dejó una huella imborrable en el fútbol español al vestir las camisetas del Atlético y Real Madrid durante la década de los 80. Su paso por Europa marcó un antes y un después en la historia del deporte mexicano, consolidando su legado como uno de los delanteros más letales del continente.

En 1981, Sánchez llegó al Atlético de Madrid en calidad de préstamo procedente de Pumas, donde ya había deslumbrado por su talento. Sus primeros meses en el club rojiblanco fueron difíciles, enfrentando críticas y comentarios hostiles de la prensa y la afición. A pesar de las dificultades, Hugo se mantuvo firme y con determinación buscó demostrar su valía en el campo. Alfonso Cabeza, presidente del Atlético en ese entonces, incluso le pidió reducir su salario para continuar en el equipo, a lo que Sánchez accedió confiado en su futuro éxito.

Tras destacarse con más de 70 goles en 150 partidos con el Atlético, Sánchez se convirtió en el objetivo principal del Real Madrid. El traspaso no fue sencillo debido a la rivalidad histórica entre ambos clubes, pero se concretó gracias a la intermediación de Pumas, que facilitó la operación. El 15 de julio de 1985, Hugo firmó oficialmente con los Merengues en México, aunque el contrato ya había sido formalizado en Madrid. Su ambición siempre fue clara: ser de los mejores del mundo, y para lograrlo, sabía que debía vestir la camiseta blanca.

En el Real Madrid, Hugo Sánchez brilló como nunca, anotando 208 goles en 282 partidos y conquistando cuatro Trofeos Pichichi. Su legado incluye cinco ligas españolas, una Copa de la UEFA, una Copa del Rey y tres Supercopas de España, consolidando su estatus como una leyenda del fútbol europeo y un ícono del deporte mexicano.