Una noche épica en el Giuseppe Meazza sepultó las ilusiones de un Barcelona de dos caras que rozó la gloria, pero acabó abatido por un Inter impetuoso que avanzó a la final de la Champions League tras un agónico 4-3 en la prórroga. El equipo de Hansi Flick, que firmó una remontada vibrante, fue víctima de la fortuna rival y de un arbitraje que encenderá polémicas, pero que no cambiará la historia escrita en Milán.

El Inter, inferior en fútbol pero implacable en carácter, supo aguantar, sufrir y golpear en los momentos clave. Con goles de Lautaro Martínez y Hakan Çalhanoglu, de penalti, los italianos colocaron un prematuro 2-0 que desdibujó al Barça en un primer tiempo gris, falto de intensidad y ambición. Fue un mazazo que trajo a la memoria noches negras como la de Anfield en 2019.

Pero el Barça reaccionó. Eric García avivó la esperanza con un tanto revitalizante y, tras él, Dani Olmo y Raphinha firmaron la remontada con el 2-3 que parecía sellar el pase. La irrupción del joven Gerard Martín, inesperado protagonista, dio vida a un equipo que se reinventó con garra y calidad. Sin embargo, el sueño blaugrana fue cortado de raíz en el último suspiro.

Francesco Acerbi, en el añadido y en medio de una jugada polémica, marcó el empate que forzó la prórroga. En ella, Davide Frattesi firmó el 4-3 definitivo que derrumbó al Barça, esta vez con honor, pero con las manos vacías.

Como en 2010 y 2022, el Meazza volvió a ser una pesadilla. El fútbol de alto nivel no perdona: no valen los merecimientos, solo el resultado. Y aunque el Barça mostró un carácter de equipo grande y dejó huella, fue el Inter quien celebró, quien sobrevivió… y quien estará en la final.