En su lucha por alcanzar la final de la Nations League de la Concacaf, la Selección Mexicana enfrenta no solo a sus rivales en el campo, sino también a la presión histórica que este torneo impone a sus técnicos. Jaime Lozano, el actual entrenador, se encuentra en un punto crucial, con la esperanza de superar a Panamá y avanzar, mientras lleva consigo el peso de las experiencias de sus predecesores.

La Nations League ha probado ser un terreno complicado para México, contribuyendo a la salida de Diego Cocca. Jaime Lozano, consciente de la importancia de los resultados en este escenario, recibe el apoyo de la federación pero sabe que la estabilidad de su posición depende de su éxito en el torneo.

Lozano aboga por una visión a largo plazo dentro de la selección, promoviendo la idea de que el respaldo a los procesos debería ir más allá de los resultados inmediatos. Este enfoque busca un cambio en la mentalidad predominante en el fútbol mexicano, donde los resultados suelen dictar el curso de las carreras técnicas.

El desafío es palpable, sobre todo después de que Lozano tomara las riendas de manera interina en la Copa Oro 2023, colocándose como un fuerte candidato para dirigir hacia el Mundial 2026 gracias a sus logros. Su manejo de situaciones críticas, como el partido contra Honduras en la Nations League, subraya la presión constante bajo la que se encuentra.

Con un enfoque en ganar la Nations League no solo como un objetivo inmediato sino como parte de la construcción de una base sólida para futuros desafíos, Lozano destaca la importancia de los resultados positivos. Sin embargo, enfatiza que una victoria no siempre refleja la totalidad del proceso, subrayando la complejidad de dirigir a la selección en un entorno tan exigente.

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