El clásico sudamericano entre Argentina y Brasil tuvo todos los ingredientes de un partido de alto voltaje: goles, emociones, tensión… y una pelea encendida provocada por Raphinha, que terminó por romper la calma y avivar la histórica rivalidad entre ambas potencias.

Durante el cierre del primer tiempo en el Estadio Monumental, con Argentina ganando 3-1, una entrada fuerte del jugador del Barcelona sobre Nicolás Tagliafico desató la furia albiceleste. La chispa que había encendido el brasileño en la previa del partido, con declaraciones altisonantes, encontró su estallido en el campo de juego.

“Vamos a darles una paliza”: el comentario que encendió la mecha

Días antes del encuentro, Raphinha había lanzado una frase que no pasó desapercibida en el vestuario argentino:

“Les vamos a dar una paliza, sin duda. Dentro y fuera del campo, así tiene que ser”, dijo en conferencia, con seguridad… y soberbia.

Sin embargo, los hechos demostraron otra cosa. En apenas 4 minutos, Julián Álvarez abrió el marcador para Argentina, seguido por los tantos de Enzo Fernández (12’) y Alexis Mac Allister (37’), mientras que Matheus Cunha descontó para Brasil al minuto 26. La pizarra parcial al descanso: 3-1 para la Albiceleste, y con un Monumental rugiendo como en noches mundialistas.

Trifulca y gritos: “Hablá menos”, le dijo Otamendi

Tras la entrada sobre Tagliafico, varios jugadores argentinos, incluido Nicolás Otamendi, confrontaron a Raphinha. El defensor del Benfica no se guardó nada y, según captaron las cámaras, le soltó un claro:

“¡Hablá menos!”

Minutos después, al finalizar el primer tiempo, Marquinhos también buscó encarar a algunos jugadores argentinos. Lo acompañaron Raphinha y Vinicius Jr., pero la cosa no pasó a mayores. Fueron empujones, gritos y gestos… pero suficientes para dejar claro que el clásico más caliente del continente sigue vivo en cada rincón del campo.

El Monumental, un caldero: Argentina domina y Brasil acusa

Más allá del enfrentamiento verbal y físico, la Canarinha lució descompuesta en lo futbolístico. La Albiceleste, ya clasificada matemáticamente al Mundial 2026, jugó con libertad, intensidad y precisión. Brasil, por el contrario, se mostró desorientado, sin respuesta emocional ni táctica ante la presión del local.

La previa como combustible del clásico eterno

La provocación de Raphinha fue solo la chispa. El contexto, el escenario y la historia hicieron el resto. En una noche que ya era histórica por la clasificación de Argentina al Mundial, la fricción elevó la tensión al máximo y nos regaló otro capítulo en esta rivalidad legendaria.