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La economía cojea, pero la construcción privada le pone muletas.

En un México donde la economía “anda medio cojeando”, la obra privada jaló el carrito de la inversión. Los números del INEGI muestran que mientras la inversión pública sigue “flaquita”, los desarrolladores privados se pusieron las pilas: más vivienda, más proyectos, más colados de concreto.

El contraste es claro: el Estado no logra detonar grandes obras, pero los privados sí están levantando edificios y fraccionamientos. La paradoja es que el país celebra el dinamismo de la iniciativa privada, aunque la infraestructura pública —la que debería garantizar servicios básicos— se queda rezagada.

En junio, la inversión fija total cayó, pero la construcción privada resistió. Es como si el músculo privado estuviera cargando solo el peso de la economía. Y aunque eso da oxígeno en el corto plazo, también abre la pregunta: ¿qué pasa si ese músculo se cansa?

La construcción privada se convirtió en el motor de la inversión fija en México: en junio creció 3.6% y el segmento residencial dio un salto de 12%, acumulando un alza de 8.2% en el primer semestre de 2025. Mientras la inversión pública se mantiene débil, es la iniciativa privada la que sostiene el dinamismo económico.

El músculo privado de la inversión

• Según el Indicador Mensual de la Formación Bruta de Capital Fijo (IMFBCF) del INEGI, la construcción privada fue el componente más dinámico de la inversión fija en el país durante el primer semestre de 2025.
• El sector residencial lideró el avance con un crecimiento acumulado de 8.2%, reflejando la demanda de vivienda y proyectos inmobiliarios.
• En contraste, la inversión fija bruta total cayó 1.4% mensual en junio, arrastrada por retrocesos en maquinaria y equipo.

Contraste con la inversión pública
La inversión pública sigue mostrando debilidad: proyectos de infraestructura gubernamental avanzan lentamente y no logran compensar la caída en otros rubros.
Esto genera un desbalance estructural: mientras el sector privado impulsa vivienda y desarrollos urbanos, la obra pública carece de la fuerza suficiente para detonar crecimiento en infraestructura estratégica (carreteras, hospitales, energía).

Análisis: ¿qué significa para la economía?
Resiliencia privada: La construcción privada actúa como estabilizador en un contexto macroeconómico volátil, evitando que la inversión fija se desplome.
Dependencia estructural: El país depende cada vez más de la iniciativa privada para sostener el ritmo de inversión, lo que plantea riesgos si el sector enfrenta restricciones de financiamiento o incertidumbre regulatoria.
Efecto social: El repunte residencial refleja una mayor demanda de vivienda, pero también evidencia que el crecimiento está concentrado en zonas urbanas y de clase media, dejando rezagada la infraestructura social.


La construcción privada es hoy el motor de la inversión en México, pero la falta de obra pública revela una economía que depende demasiado del sector privado para sostenerse.