Irán reconoce daños “graves” en su infraestructura nuclear tras ataques de EE.UU.
Por primera vez, Teherán admite el impacto severo de los ataques aéreos estadounidenses sobre sus instalaciones nucleares, en un gesto que podría reconfigurar el tenso equilibrio diplomático con Washington.
Este miércoles 25 de junio, el gobierno iraní rompió el silencio. Un portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores reconoció que los bombardeos recientes de Estados Unidos causaron “daños graves” en su infraestructura nuclear, sin detallar el alcance o las implicaciones técnicas.
El reconocimiento llega en medio de una narrativa dividida: mientras Washington asegura que los sitios clave no fueron afectados, Teherán plantea un escenario mucho más delicado.
_- Los ataques, ocurridos el fin de semana anterior, fueron parte de una ofensiva militar supuestamente dirigida a frenar el avance del programa nuclear iraní. Aunque la Casa Blanca ha mantenido un tono ambiguo respecto a los objetivos específicos de la operación, esta admisión desde Teherán representa un viraje estratégico en la comunicación oficial del régimen.
Horas antes del anuncio, el expresidente Donald Trump puso en duda un informe de inteligencia estadounidense que sugería que los bombardeos no habían comprometido los componentes centrales de las instalaciones nucleares subterráneas. “Ese reporte es impreciso”, dijo Trump, insinuando que la magnitud real del ataque podría haber sido minimizada.
En contexto.- El programa nuclear iraní ha sido una fuente constante de tensión internacional desde principios de siglo. Con acuerdos suspendidos, enriquecimiento de uranio por encima de los límites pactados y amenazas cruzadas, el actual episodio añade una nueva capa de complejidad.
El silencio inicial de Irán no fue casual. Analistas sugieren que el retraso en la admisión podría deberse a cálculos políticos, dudas técnicas internas o el deseo de no mostrar vulnerabilidad ante la comunidad internacional.
La revelación oficial, aunque escueta, refuerza las sospechas de que los ataques estadounidenses fueron quirúrgicos y exitosos, más allá del discurso moderado que manejó el Pentágono tras la operación.
La perspectivas diplomáticas. Este episodio reaviva preguntas clave: ¿Se trató de un acto disuasivo o de una escalada encubierta? ¿Responderá Irán con represalias? La incertidumbre persiste, especialmente porque aún no se conocen reacciones oficiales de organismos internacionales como la ONU o la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA).
En paralelo, el gobierno iraní ha reiterado su “derecho soberano” a desarrollar capacidades nucleares con fines pacíficos. La línea entre uso civil y militar, sin embargo, sigue difusa en las narrativas oficiales.
Sus Implicaciones regionales. La admisión iraní tiene repercusiones inmediatas en la seguridad del Golfo Pérsico. Países como Israel, Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos podrían interpretar este debilitamiento técnico como una oportunidad para presionar por mayores sanciones o para reforzar sus propios arsenales defensivos.
Además, el impacto sobre la opinión pública local en Irán no es menor. La percepción de vulnerabilidad podría generar tensiones internas, especialmente en un país que aún enfrenta sanciones económicas severas y crisis energética.
El reconocimiento del daño abre una nueva etapa en el ya enrarecido tablero de la política nuclear internacional. Si bien la magnitud real del golpe aún es incierta, el mensaje es claro: la confrontación entre Irán y Estados Unidos ha entrado en una fase más frontal, donde la negación ya no es una opción.