En la cumbre de la Celac en Buenos Aires se abordará el tema de la crisis de Perú
La crisis en Perú marcó la primer diferencia fuerte entre Lula y López Obrador, que mantienen una oculta tensión por liderar la región. El presidente brasileño apoya el gobierno de Dina Boluarte, mientras que AMLO sigue defendiendo a su predilecto Pedro Castillo, destituido y encarcelado por haber intentado un golpe de Estado que buscó cerrar el Congreso.
Esta tensión de los dos grandes de la región, es el telón de fondo sobre la crisis política del Perú que sigue escalando. Las protestas y la represión no cesa ya dejaron un saldo de al menos 50 muertos. Y el estado de excepción que decretó el gobierno agudiza los enfrentamientos en el interior del país donde la situación está más agitada con importantes focos en Ayacucho y Cusco.
En un primer momento, los gobiernos progresistas de la región cerraron filas para condenar la salida de Castillo pero luego terminaron tendiendo puentes con Boularte a quien le sugirieron convocar a elecciones para «respetar la voluntad popular». La excepción fue México, que adoptó una postura mucho más beligerante con el nuevo gobierno, le ofreció asilo político a Castillo y terminó retirando al embajador tras la denuncia de Perú de «interferencia en asuntos internos». Perú se convirtió en un tema central para los intereses geopolíticos del gobierno mexicano y el depuesto jefe de Estado se volvió en su más fiel protegido.
La moderación del argentino Alberto Fernández o el colombiano Gustavo Petro está en línea con la posición que Lula planteó en un posteo en redes sociales:
«Siempre hay que lamentar que un presidente elegido democráticamente tenga ese destino, pero entiendo que todo caminó dentro de los moldes constitucionales». Luego le deseó éxito a Boularte y destacó que su tarea es «reconciliar el país».
La presidenta peruana le retribuyó ese gesto con una enérgica condena a la toma de los tres poderes de Brasilia de seguidores bolsonaristas para forzar un golpe de Estado.
La decisión de Lula es preservar la institucionalidad en Perú, es lo que debe hacer para liderar.
La crisis del Perú será acaso el tema más candente de la cumbre de la Celac que se realizará la semana próxima del 23 al 24 de enero en Buenos Aires. El venezolano Nicolás Maduro anticipó la posición de los países más de izquierda que integran el bloque del ALBA pidiendo que la Celac condene la destitución de Castillo.
Fuentes de la cancillería brasileña aseguran que «la decisión de Lula es preservar la institucionalidad en Perú, es lo que debe hacer para liderar».
El periodista y profesor de la Universidad de Lima, Carlos Paredes, dijo que «Lula y Boric respaldan al gobierno de Boularte, son dos actores importantes que no han seguido la línea trazada por AMLO. Argentina terminó reconociendo al gobierno».
«México fue absolutamente injerencista y por eso Perú declaró persona non grata a su embajador, que ofreció dinero para que viajara Castillo y asuma la presidencia pro-tempore de la Alianza del Pacifico, una fiesta que organizó AMLO para Pedro Castillo en noviembre. También se habla del rol de Evo morales en el sur que intento crear sedes del MAS en Cusco y otra zonas para crear una suerte de nación aimara (ámbito de 3 países limítrofes: Perú, Bolivia y Chile. Perú) está en el centro de una geopolítica regional».
Carlos Paredes agregó sobre la posible salida política de la crisis que «el problema es que no hay una sola agenda. Por un lado están las viudas de Castillo que quieren recuperar el poder como sea, hablamos de sectores de la minería ilegal que desorganizó el trabajo de las empresas internacionales con altos estándares medioambientales y laborales, y a esto se suma el neo senderismo que habla de refundar el país, esa agenda cambio de métodos, ya no usan la lucha armada. En Ayacucho detuvieron a una persona que fue parte de la cúpula de Sendero Luminoso y estuvo presa 11 años. Tienen las mismas ideas pero usan otros metodologías».
Para Carlos Paredes «los líderes de las protestas no están visibles y piden tres cosas que no son atendibles en este acoplamiento: la renuncia de Dina Boularte que ya dijo que no lo hará, la libertad de Castillo que no depende del gobierno sino del Poder Judicial y la Asamblea Constituyente que es un trámite que debe ser aprobado por el Congreso y no está en manos de la presidenta».
«Esto va a ir mejorando en la medida que las economías locales empiecen a sentir el golpe y salgan otros peruanos a defender su trabajo o que las economías ilegales dejen de tener flujo para organizar las protestas. La renuncia de Dina agravaría, generaría el caos y desorden. Además, asumiría el presidente del Congreso, un ex militar que su sola presencia provocaría más división», agregó.
Por el contrario, la politóloga y ex ministra de Pedro Castillo, Anahí Durand, considera que «la salida está planteada, Dina Boularte tiene que irse y renunciar que es lo que pide toda la gente. Nadie la votó como presidenta, su salida facilitaría el adelantamiento de las elecciones y cambiaría el Congreso generando las condiciones para un proceso Constituyente. Después de 50 asesinatos no la reciben en ninguna parte».
Anahí Durand reivindicó el rol de López Obrador y sostuvo: «Vamos a ver qué pasa en Celac, cada país tiene su propio juego geopolítico pero Dina está bastante acorralada, no puede viajar ni salir del país porque no puede ser reemplazada. AMLO fue claro junto a Argentina, Honduras, Bolivia y Colombia en cuestionar su rol».
Sobre el rol de Lula, la ex funcionaria explicó que «decidió apostar al protocolo» pero aclaró que «no sé si se la va a jugar por ella, no creo que Lula juegue un rol activo en respaldarla, como mucho no le sacará comunicado en contra». «Ella tiene que facilitar la transición renunciando y no tiene tiempo para el juego internacional», insistió.
«Hemos virado a un sistema parlamentarista, no hay equilibrio de fuerzas. Tuvimos 6 presidentes en 7 años y sólo dos elegidos por el pueblo, Pedro Pablo Kuzcynski y Pedro Castillo. La gente entiende el intento de cerrar el congreso de Castillo, estaba maniatado. El Congreso tiene 6 por ciento de aprobación, no tiene legitimidad de nada», completó Anahí Durand.

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