México entre la guerra y el comercio: el dilema estratégico ante la ofensiva Irán-Israel
Por Redacción
La guerra entre Irán e Israel ha entrado en una fase crítica. Desde el 13 de junio, Israel ha lanzado ataques a gran escala contra instalaciones nucleares y militares iraníes, bajo la operación “León Creciente”, mientras que Teherán ha respondido con misiles balísticos y drones sobre Tel Aviv y Jerusalén. En este contexto, el Gobierno mexicano observa con atención no solo el conflicto en Medio Oriente, sino también sus implicaciones geopolíticas y económicas, especialmente ante el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca.
Dos tesis en Palacio Nacional
Desde enero, la presidenta Claudia Sheinbaum ha escuchado dos visiones contrapuestas sobre la relación con Trump. La primera, más pesimista, anticipa que el expresidente utilizará a México como blanco de su política interna: redadas migratorias, militarización fronteriza y presión sobre el narcotráfico. La segunda, que hoy cobra fuerza, sostiene que ante un mundo convulso, Trump se verá obligado a mantener una relación funcional con México, sobre todo en materia comercial.
Una economía de guerra y el valor de México
La economía estadounidense enfrenta una desaceleración: la Reserva Federal redujo su proyección de crecimiento para 2025 al 1.4% y anticipa una inflación del 3% y un desempleo del 4.5%. A esto se suma la presión de los aranceles y la caída de la confianza en el dólar, que ha retrocedido 9.5% en lo que va del año. En este escenario, el Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC) se vuelve estratégico para Washington, que necesita asegurar suministros y mano de obra para sostener una economía de guerra.
No fue casual que Sheinbaum revelara que Trump, en una reciente llamada, valoró explícitamente la contribución de los trabajadores mexicanos en EE.UU. Empresarios nacionales coinciden: si Trump entra al conflicto, el T-MEC será vital no solo para los consumidores, sino para la maquinaria productiva estadounidense.
¿Cooperación o confrontación?
En Palacio Nacional se interpreta que la guerra en Medio Oriente podría desplazar la presión militar de EE.UU. sobre México. La narrativa de “cooperación” sustituiría a la de “intervención”, y la revitalización de América del Norte se impondría sobre discursos de colusión con el narcotráfico o restricciones migratorias.
Sin embargo, el Gobierno mexicano también advierte que la incapacidad de EE.UU. para imponer su voluntad en escenarios complejos —como lo muestran sus tensiones con Israel, Irán y Rusia— podría empujar a Trump a redirigir su energía hacia América Latina, donde sus impulsos unilaterales encontrarían menos resistencia.
Un equilibrio delicado: México se encuentra en un punto de inflexión. La guerra en Medio Oriente, la fragilidad económica de EE.UU. y el regreso de Trump configuran un tablero de alto riesgo. La apuesta del Gobierno mexicano parece ser la de una integración pragmática, que privilegie el comercio y la estabilidad regional. Pero el margen de maniobra es estrecho, y los próximos meses serán decisivos para definir si Norteamérica se consolida como una región competitiva o se fragmenta bajo el peso de sus contradicciones.
