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Michelle Bachelet consolida su candidatura a la ONU con respaldo chino, mientras México y Argentina recalculan sus estrategias diplomáticas


En una jugada que podría redefinir el tablero geopolítico de cara a la sucesión del actual Secretario General de la ONU, António Guterres, la expresidenta chilena Michelle Bachelet recibió un espaldarazo clave por parte del gobierno chino.

Durante su participación en la Conferencia de Líderes Mundiales sobre la Mujer en Beijing, Bachelet se reunió con el canciller Wang Yi, quien no escatimó elogios: “Es una estadista de renombre mundial y una amiga de larga data del pueblo chino”.

Este gesto diplomático no solo refuerza la candidatura de Bachelet, sino que la posiciona por delante de sus competidores latinoamericanos: Juan Ramón de la Fuente y Alicia Bárcena por México, y Rafael Grossi por Argentina. La influencia de China en el Consejo de Seguridad de la ONU, donde posee poder de veto, convierte su apoyo en un activo estratégico de primer orden.

El respaldo chino se suma al que ya le ha otorgado el presidente chileno Gabriel Boric, quien la nominó oficialmente durante su discurso en la Asamblea General de la ONU. Bachelet, con una trayectoria que incluye dos mandatos presidenciales, la dirección de ONU Mujeres y el cargo de Alta Comisionada para los Derechos Humanos, ha sabido capitalizar su experiencia multilateral y su red de relaciones internacionales.

Mientras tanto, las candidaturas mexicanas enfrentan un panorama más complejo. Aunque De la Fuente ha sido embajador ante la ONU y Bárcena cuenta con una sólida carrera en organismos internacionales, ninguno ha logrado hasta ahora un respaldo tan contundente como el que Bachelet recibió en Beijing. En el caso de Argentina, Grossi, actual director del Organismo Internacional de Energía Atómica, mantiene un perfil técnico que podría jugarle en contra en una contienda donde el capital político y diplomático parece pesar más.

La carrera por la Secretaría General de la ONU se decidirá en 2026, pero los movimientos ya comenzaron. Las alianzas, las fotos estratégicas y los discursos cuidadosamente calibrados son parte del juego. Y en ese juego, Bachelet acaba de mover una pieza clave.



Claro, nada dice “neutralidad multilateral” como recibir el respaldo entusiasta de una potencia con veto en el Consejo de Seguridad y un historial de derechos humanos que haría sonrojar a cualquier comité de ética.

Pero bueno, si el camino a la paz mundial pasa por Beijing, ¡que no se diga que no lo intentamos con entusiasmo diplomático y una sonrisa para la foto!