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Un día como hoy, pero de 1948, asesinaron a Gandhi, el apóstol de la no violencia

El 30 de enero de 1948, un disparo cambió la historia de la India y del mundo. Mahatma Gandhi, el apóstol de la no violencia y figura central de la independencia india, caminaba por los jardines de Birla House en Nueva Delhi para su habitual reunión de oración vespertina. Eran aproximadamente las 5:17 de la tarde cuando Nathuram Godse, un nacionalista hindú radical, se acercó a Gandhi, se inclinó ante él en señal de respeto y, acto seguido, sacó una pistola Beretta disparando tres veces a quemarropa.

Las últimas palabras que se escucharon de Gandhi fueron “He Ram” (Oh, Dios), mientras caía al suelo. El líder espiritual, que había dedicado su vida a la lucha pacífica y a la unidad entre hindúes y musulmanes, fue declarado muerto poco después.

El asesinato de Gandhi provocó una conmoción mundial. Su muerte fue particularmente trágica porque ocurrió en un momento crucial para la India, apenas seis meses después de lograr su independencia del Imperio Británico. El país, que ya enfrentaba las tensiones de la partición con Pakistán, quedó sumido en un profundo dolor.

Godse, quien fue capturado inmediatamente después del atentado, era un editor de periódico y miembro de grupos nacionalistas hindúes extremistas. Consideraba que Gandhi había traicionado a los hindúes al abogar por la paz con los musulmanes y por haber apoyado la partición del subcontinente. Junto con su co-conspirador, Narayan Apte, fue juzgado, declarado culpable y ejecutado el 15 de noviembre de 1949.

El funeral de Gandhi fue una manifestación sin precedentes de dolor colectivo. Más de dos millones de personas acompañaron la procesión fúnebre que recorrió las calles de Delhi. Sus cenizas fueron posteriormente esparcidas en varios ríos sagrados de la India, siguiendo la tradición hindú.

La muerte de Gandhi, paradójicamente, fortaleció muchos de los ideales por los que había luchado. Su asesinato ayudó a calmar temporalmente las tensiones comunales en la India, ya que muchos vieron en su martirio un llamado a la unidad y la paz. El primer ministro Jawaharlal Nehru, en su famoso discurso radiofónico esa noche, expresó el sentimiento de una nación: “La luz se ha ido de nuestras vidas y hay oscuridad en todas partes”.

Setenta y siete años después, el legado de Gandhi continúa siendo una fuente de inspiración global. Sus enseñanzas sobre la no violencia, la resistencia civil pacífica y la armonía interreligiosa siguen siendo relevantes en un mundo que aún lucha con conflictos y divisiones. Su muerte nos recuerda que las ideas de paz y justicia, aunque a veces enfrentan violenta oposición, tienen el poder de trascender y transformar sociedades enteras.