El exgobernador Javier Corral Jurado ha hecho nuevamente alarde de su papel de víctima, denunciando agresiones físicas por parte de excolaboradores de la administración de César Duarte. En una misiva enviada a los medios de comunicación, Corral relata un episodio de agresión en un restaurante de la ciudad, donde acusa a Raymundo Romero y al exdiputado local Fernando Reyes de haberlo agredido. Estos mismos individuos, afirma Corral, fueron procesados por actos de corrupción en lo que él llama «Operación justicia para Chihuahua», y luego salieron libres tras confesar bajo coacción.
Sin embargo, es necesario observar esta situación con un ojo crítico. Corral, quien anteriormente militaba en el PAN y ahora se encuentra en las filas de Morena, parece estar utilizando el victimismo como estrategia política. Al culpar a excolaboradores de César Duarte, entre ellos Jesús Manuel Esparza Flores, Alejandro Villarreal Aldaz, Christopher Daniel James Barousse y Enrique Valles Zavala, de amenazas e insultos, Corral desvía la atención de su propia responsabilidad durante su mandato como gobernador.
Además, al acusar directamente a la actual gobernadora Maru Campos de una supuesta persecución, Corral parece estar utilizando tácticas de desinformación para ganar simpatizantes en su campaña política. ¿Es realmente víctima de una persecución política o está manipulando la situación para su propio beneficio?
En medio de estas acusaciones cruzadas, es crucial que la ciudadanía no caiga en la trampa del victimismo político y exija transparencia y veracidad en las declaraciones de todos los involucrados. El esclarecimiento de estos eventos es fundamental para la credibilidad y el buen funcionamiento de la política en Chihuahua. La justicia debe prevalecer por encima de la manipulación.