Banxico entre recortes, dudas y la danza de la inflación
Por la Redacción
En medio de un entorno global marcado por la cautela monetaria, el Banco de México (Banxico) enfrenta su propio dilema: seguir recortando tasas para estimular una economía estancada o frenar la marcha ante señales de inflación persistente. Mientras los mercados apuestan a una postura más “paloma”, las divisiones internas en la Junta de Gobierno comienzan a evidenciar un pulso técnico y político sobre el rumbo de la política monetaria del país.
El último reporte trimestral y las minutas de la reunión de mayo dejaron entrever una narrativa más moderada. En ellas, se justifica que, a pesar de los choques inflacionarios recientes, el proceso desinflacionario continúa, sustentado principalmente en el enfriamiento de la demanda interna. La presidenta del banco central, Victoria Rodríguez Ceja, lidera una estrategia que apunta a recortes sucesivos de la tasa de interés, el primero de ellos previsto para el 26 de junio, con una magnitud de 50 puntos base.
Este posible recorte llegaría en un contexto en que la Reserva Federal de Estados Unidos ha decidido mantener su política monetaria sin cambios, lo que marca un claro desacoplamiento con Banxico. “La Fed pisó el freno, mientras Banxico pisa el acelerador con fe ciega en el debilitamiento de la demanda interna”, ironizó el economista Jorge Gordillo, destacando el giro asimétrico en las decisiones de ambos bancos centrales.
Para mayo, la inflación general en México se situó en 4.42%, aún por encima del objetivo del banco (3%, +/- 1 punto). No obstante, los miembros más optimistas del banco consideran que la política monetaria ya es lo suficientemente restrictiva: la tasa real ex ante en abril alcanzó 5.25%, superando con creces el rango neutral estimado entre 1.8% y 3.4%.
Dentro del banco, las divergencias se agudizan. Mientras algunos funcionarios aseguran que las presiones inflacionarias actuales son transitorias, otros miembros de la Junta han mostrado mayor prudencia. Uno de ellos incluso afirmó que el episodio inflacionario podría considerarse resuelto, una afirmación que causó desconcierto entre analistas, especialmente al contrastarla con los incrementos observados en servicios y agropecuarios durante los últimos tres meses.
El pesimismo económico también es parte del relato dominante. La proyección de crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) para 2025 fue reducida a tan solo 0.1%, lo que refuerza el argumento de que una política monetaria menos restrictiva podría aliviar una economía estancada sin generar riesgos inflacionarios significativos.
Pero esa lógica no convence a todos. Jonathan Heath, subgobernador de Banxico, advirtió recientemente que no habrá consenso pleno para el recorte de 50 puntos base previsto en junio. La división dentro del organismo monetario —más allá de las cifras— refleja distintas apuestas ideológicas sobre cómo manejar una recuperación frágil con presiones externas impredecibles.
Mientras tanto, los mercados reaccionan con ambivalencia. Aunque ya descuentan un recorte en junio y otro en el segundo semestre, la recomendación general sigue siendo de moderación: recortar, sí, pero sin perder de vista la volatilidad global y los choques internos que pueden reavivar las llamas inflacionarias.
Sarcasmo final: Una Junta dividida, un crecimiento estancado y una inflación que juega a las escondidas. Pero tranquilos, todo está bajo control… siempre y cuando los astros se alineen, el petróleo no suba, la Fed no hable y la inflación no se le ocurra resucitar. Perfectamente manejable.
