IED en México: récord histórico con sabor a estancamiento
Por Redacción
Aunque el Gobierno mexicano celebró con entusiasmo la entrada de 21,400 millones de dólares en Inversión Extranjera Directa (IED) durante el primer trimestre de 2025 —la cifra más alta registrada para ese periodo—, analistas advierten que el dato encubre señales preocupantes de estancamiento estructural. El crecimiento, si bien positivo, se sostiene sobre una base comparativamente baja y con una composición que revela debilidad en los motores de largo plazo.
El desglose que preocupa
Del total reportado, 16,647 millones de dólares correspondieron a reinversión de utilidades, es decir, ganancias que las empresas extranjeras decidieron mantener en el país. Aunque este componente suele ser el más robusto, en esta ocasión cayó un 15% respecto a 2024, marcando uno de los niveles más bajos en dos décadas, solo superado por 2017 y 2021.
Las nuevas inversiones, consideradas el termómetro más claro del apetito de capital fresco, apenas alcanzaron 1,586 millones de dólares, una cifra que, aunque duplica la del año pasado, sigue muy por debajo del promedio sexenal y de los picos alcanzados en 2022. El tercer componente, cuentas entre compañías, mostró un leve repunte con 3,139 millones de dólares, lo que algunos expertos consideran un signo de resiliencia operativa.

Factores de incertidumbre
Óscar Ocampo, del IMCO, y Víctor Manuel Herrera, del IMEF, coinciden en que el entorno político y jurídico ha generado cautela entre los inversionistas. La reforma judicial y la posible renegociación del T-MEC son vistas como fuentes de volatilidad que podrían prolongarse hasta 2026. En este contexto, algunas empresas habrían optado por repatriar dividendos o capitales, reduciendo su exposición en México.
¿Repunte en el horizonte?
Pese al panorama actual, algunos analistas vislumbran una posible recuperación en 2026, especialmente si México logra capitalizar su posición estratégica frente a un Estados Unidos más cerrado al comercio global. El nearshoring y la integración regional podrían convertirse en catalizadores, siempre y cuando se garantice certidumbre jurídica y estabilidad macroeconómica.
Por ahora, la palabra “récord” convive incómodamente con “estancamiento”, y el verdadero desafío será transformar cifras coyunturales en una tendencia sostenida de inversión productiva.