México busca excepción en los aranceles al acero y aluminio: ¿Negociación o un déjà vu comercial?
El pasado viernes, el secretario de Economía, Marcelo Ebrard, sostuvo un encuentro de más de una hora con Jamieson Greer, representante comercial de Estados Unidos, en un esfuerzo por lograr una excepción en los aranceles al acero y aluminio impuestos por la administración de Donald Trump. Aunque el funcionario mexicano aseguró que hay avances, la respuesta definitiva aún no llega, dejando la negociación en una incómoda pausa diplomática.
Argumentos económicos y política comercial
Ebrard presentó las razones por las cuales el arancel del 50% sobre productos mexicanos es injustificado. En entrevista con Ciro López Leyva, explicó que, a diferencia de otros países que enfrentan esta imposición, México mantiene un déficit comercial con Estados Unidos. Es decir, el país importa más productos estadounidenses de los que exporta, lo que debería ser considerado en la toma de decisiones.
Además, el funcionario recordó que Washington ya otorgó una excepción a Reino Unido, lo que deja abierta la posibilidad de aplicar el mismo criterio a México. “Si ya hiciste una excepción, lo que planteamos es que México también tenga una”, insistió Ebrard, subrayando que la medida es una decisión política más que económica.
Expectativas y tiempos diplomáticos
La esperanza del gobierno mexicano es obtener una respuesta antes de la próxima cumbre del G7 en Canadá, donde la presidenta Claudia Sheinbaum asistirá para representar a México. Desde la cancillería se ve este evento como una oportunidad para consolidar una postura diplomática firme ante los países más industrializados.
Sin embargo, Ebrard también reconoció que si la negociación no avanza como se espera, el gobierno mexicano tendría que considerar alternativas. Hace unos días, mencionó que México se estaba preparando con un “Plan B” en caso de que los aranceles no se retiraran. No obstante, este martes descartó la posibilidad de imponer aranceles recíprocos, pues considera que podría afectar a la industria automotriz, que ya enfrenta dificultades por las políticas comerciales de Trump.
Nada nuevo bajo el sol: otra ronda de súplicas comerciales para que Estados Unidos reconsidere sus agresivas políticas arancelarias, mientras México juega el papel de mediador paciente. La estrategia parece ser la misma de siempre: apostar por la “buena disposición” de Washington, esperar una respuesta favorable antes de un evento internacional y cruzar los dedos para que el viento político sople a favor. ¿Funcionará esta vez? Quién sabe, pero si algo ha quedado claro en esta administración es que el optimismo diplomático es inagotable.

