Rogelio Ramírez de la O viajó a Londres para mantener diálogo con inversionistas y contener el nerviosismo. Sin embargo, en el entorno del secretario de Hacienda y Crédito Público se reconoce que el verdadero reto será el paquete presupuestal que se entregará en noviembre y la recepción que tendrá en las calificadoras las calificadoras.

«Las calificadoras pondrán su atención en el presupuesto de noviembre, tienen que ver que sea creíble, de lo contrario, ahí sí pueden venir presiones para la calificación crediticia del país».

El gobierno descarta que el actual ruido en los mercados financieros, derivado de la incertidumbre sobre las reformas al poder judicial o la pregunta de si Claudia Sheinbaum se deslindará o no de AMLO, pueda tener efectos en la nota crediticia. En todo caso, ese escenario genera tensiones sobre la posición que matiene Banxico de continuar con altas tasas de interés.

Por el contrario, en el entorno hacendario contemplan que la atención de las calificadoras estará puesta en el marco macroeconómico que plantee Ramírez de la O: con escenarios de crecimiento creíbles para el mercado, ingresos no sobreestimados -Sheinbaum seguirá sin una reforma fiscal- y ajustes al gasto que no lastimen proyectos de inversión o de desarrollo.

Ramírez de la O comprometió desde 2023 la reducción del déficit en 2025 -desde arriba de 5% ese año-. La proyección generó cuestionamientos, como fue el caso de BBVA, quien consideró poco creíble este objetivo, o la calificadora Moody’s, desde donde Mauro Leos, su Associate Managing Director, tachó la propuesta de «ridícula».

Las críticas fueron escuchadas, pues de manera discreta el objetivo para el próximo año ha ido cambiando: en 2023, Ramírez de la O hablaba de reducir el déficit a 2.6%, después a 3% y ahora se habla de «máximo 3.5%», como declaró Claudia Sheinbaum en su reunión ante empresarios.

El argumento del titular de Hacienda para incrementar el déficit fue el cierre de las obras prioritarias este año, por lo que, para el presupuesto de 2025 ya no deberá significar mayor presión para el gasto, según su narrativa. Si bien aún quedan algunos pendientes, en el entorno hacendario afirman que son mínimos, por ejemplo, un tren de conexión en Dos Bocas o un tramo del Tren Maya cuyas vías aún están en litigio.

El otro frente será Pemex y su estrategia de negocios. Ahí, el gobierno entiende que será clave la capacidad de diálogo que tendrá la futura administración con los mercados, pues afirman que bajo la gestión de Octavio Romero Oropeza hubo «maltrato» hacia los inversionistas y las calificadoras, que terminó afectando más la percepción de riesgo de la petrolera.

De ahí que Ramírez de la O condicionara su continuidad en Hacienda a poder designar a alguien de su confianza en la dirección financiera de la empresa. Sin embargo, persisten dos incógnitas: quién será designado para tomar el lugar que hoy ocupa Romero, sobre todo tras retirar a Raquel Buenrostro de esta posición; y si Gabriel Yorio, actual subsecretario de Hacienda, será considerado por Sheinbaum para alguna posición estratégica.