La crisis fronteriza: Un tira y afloja entre Biden y los republicanos

La crisis fronteriza se juega en varios frentes. El acuerdo bipartidista impulsado por Joe Biden se encuentra estancado en el Congreso, tanto en el Senado como en la Cámara de Representantes, debido a la oposición de los halcones trumpistas. Estos últimos se niegan a facilitarle un avance al gobierno demócrata en un tema tan sensible electoralmente.

Contragolpe de Biden: Ante esta situación, Biden ha optado por un contragolpe. Su táctica consiste en exponer a Trump como responsable de la crisis sin dejar de actuar, para no mostrarse débil e impotente ante el desborde migratorio.

Plan B: La Casa Blanca analiza un plan B en caso de que el proyecto de reforma naufrague. Este plan podría incluir medidas ejecutivas que no requieren la aprobación del Congreso.

Blas Núñez-Neto, subsecretario de Política Fronteriza e Inmigración en el Departamento de Seguridad Nacional, ha calificado el proyecto como un «acuerdo justo, duro y que toma medidas significativas para abordar desafíos que enfrentamos en la frontera tras décadas de inacción en el Congreso». Además, ha exigido al partido republicano que «deje de hacer juegos políticos y enfrente el problema que tenemos».

Núñez-Neto ha reconocido que el debate sobre la inmigración polariza al país. «Por eso no vimos una nueva legislación desde hace décadas», explicó. La última gran reforma a las leyes de migración se realizó en 1986.

A pesar de la polarización, Núñez-Neto ha expresado la esperanza de que ambos partidos reconozcan la seriedad del problema y aprueben la ley.

Jason Owens, jefe de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP), ha revelado una nueva modalidad en los intentos de cruces. «Vemos hombres solteros que tratan de pasar como si fuera parte de una familia con niños drogados. Lo vemos frecuentemente. Estamos colaborando con fiscalía para imponer cargos graves», adelantó.

Desde el 12 de mayo pasado, cuando terminó la emergencia restrictiva del Título 42, a raíz de la pandemia, el gobierno ha concretado más de 530.000 retornos, repatriaciones y expulsiones. «Seguimos imponiendo consecuencias graves para las personas que cruzan de forma ilegal», se jactó Núñez-Neto.

El proyecto de ley impulsado por la Casa Blanca supone un endurecimiento de los controles y los requisitos para otorgar asilos. Le daría al presidente el poder de cerrar la frontera si la detección de migrantes alcanza un promedio de 4.000 por día durante una semana. Además, aumentaría el personal fronterizo y sumaría 100 jueces de inmigración. El acuerdo a su vez financiaría la compra de 100 nuevas máquinas para detectar fentanilo en la frontera y aumentaría las penas por tráfico.

La crisis fronteriza se encuentra en un punto álgido. El futuro de la reforma migratoria dependerá de la capacidad de Biden para negociar con los republicanos y de la presión que pueda ejercer la opinión pública.

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