Escalada sin precedentes entre Irán e Israel: ataques cruzados y la incógnita de Trump.
Por Redacción
La guerra aérea entre Irán e Israel alcanzó este jueves un nuevo punto de inflexión. En una ofensiva de gran escala, Israel bombardeó instalaciones nucleares clave en territorio iraní, incluyendo los complejos de Natanz y Arak, así como centros de investigación y bases militares en Teherán, Isfahán y Tabriz. En respuesta, Irán lanzó una oleada de misiles y drones contra objetivos israelíes, uno de los cuales impactó un hospital en Beerseba, dejando decenas de heridos.

La operación israelí, denominada León Creciente, fue ejecutada con más de 200 aviones de combate y apoyo del Mossad desde una base secreta en las afueras de Teherán. El objetivo declarado: desmantelar el programa nuclear iraní y eliminar a figuras clave del aparato militar y científico del país. Entre las bajas confirmadas se encuentran el comandante de la Guardia Revolucionaria, Hossein Salami, y al menos seis científicos nucleares, incluido Fereidun Abbasi, exdirector de la Organización de Energía Atómica de Irán.
Trump y la encrucijada estadounidense
Mientras el conflicto escala, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha postergado una decisión sobre la participación directa de su país en la guerra. En una declaración leída por su vocera, Karoline Leavitt, Trump afirmó que tomará una decisión “en las próximas dos semanas”, dependiendo de si se abren canales de negociación con Teherán.
Aunque el mandatario ya aprobó planes de ataque contra Irán, aún no ha dado la orden final. Según fuentes del Pentágono, Trump considera que desactivar la instalación subterránea de Fordo —el sitio nuclear más protegido de Irán— es “necesario”, pero mantiene abierta la vía diplomática.
Sin salida clara.- La comunidad internacional observa con creciente preocupación. Naciones Unidas ha pedido contención, mientras que países como Alemania y Francia han instado a evitar una escalada regional. Sin embargo, tanto Israel como Irán parecen decididos a continuar la confrontación, sin señales de una estrategia de salida.
La posibilidad de que Estados Unidos se sume al conflicto podría alterar radicalmente el equilibrio en Medio Oriente y reconfigurar las alianzas globales. Por ahora, el mundo espera la decisión de Trump, mientras la guerra sigue cobrando vidas y desestabilizando la región
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