Sheinbaum esquiva a Trump en el G7, pero crece la sombra de las deportaciones
Por Redacción
Alberta, Canadá / Ciudad de México, 17 de junio de 2025.— La presidenta Claudia Sheinbaum concluyó su participación en la Cumbre del G7 con un balance positivo, al menos en términos diplomáticos. Aunque se frustró el esperado encuentro cara a cara con el presidente estadounidense Donald Trump, en Palacio Nacional consideran que el giro de los acontecimientos jugó a favor de la mandataria mexicana.
Trump abandonó abruptamente la cumbre la noche del lunes debido a la escalada del conflicto entre Israel e Irán. La reunión bilateral con Sheinbaum, prevista para el martes, fue sustituida por una llamada telefónica en la que ambos líderes acordaron reagendar el encuentro “cuando haya mayor claridad” sobre la situación en Medio Oriente.
Desde el entorno presidencial se respira alivio. “Con ese nivel de tensión, el encuentro iba a ser contraproducente, rápido y sin posibilidad de abordar temas clave como el T-MEC o las deportaciones”, reconocen fuentes diplomáticas. La conversación telefónica permitió evitar un posible choque público entre dos líderes con estilos y prioridades muy distintos.
Sin embargo, el aplazamiento no disipa las preocupaciones. En el Gobierno mexicano crece la inquietud por el endurecimiento de la política migratoria de Trump. Solo en lo que va del año, Estados Unidos ha deportado a más de 56,000 mexicanos, un aumento del 67.6% respecto al mismo periodo del año anterior. La administración Sheinbaum teme que, una vez aprobado el presupuesto estadounidense, se dispare una nueva ola de redadas y deportaciones masivas.
El impacto no sería solo humanitario. Las remesas, que en 2024 alcanzaron un récord de 65 mil millones de dólares, representan cerca del 4% del PIB nacional. Una ofensiva migratoria podría afectar directamente ese flujo, con consecuencias económicas y políticas para el oficialismo, que cuenta con el respaldo de comunidades receptoras de remesas.
Mientras tanto, el programa “México Te Abraza” intenta contener la crisis con apoyos médicos, psicológicos y económicos para los repatriados. Pero en los pasillos de Palacio Nacional saben que el margen de maniobra es limitado si Trump decide intensificar su retórica antimigrante.
Al final, el mayor logro diplomático fue no verse. Porque claro, en la nueva diplomacia del siglo XXI, evitar un berrinche en vivo vale más que firmar acuerdos. Y si el presidente más impredecible del planeta decide cancelar una reunión por una guerra en Medio Oriente, pues qué mejor que una llamada cordial y un tuit optimista para salvar la relación bilateral.
Eso sí, mientras se pospone el apretón de manos, los migrantes siguen llegando por miles… pero por la puerta de atrás. Y el Gobierno mexicano, entre abrazos y tarjetas de $2,000 pesos, intenta convencerlos de que todo está bajo control. Porque si algo ha quedado claro es que en esta relación, el que grita más fuerte no siempre es el que tiene la razón… pero sí el que impone la agenda.