Por César Olvera

Ciudad de México, México — 8 de septiembre de 2025

En una decisión que eleva el tono de la ya tensa relación entre Perú y México, la Comisión de Relaciones Exteriores del Congreso peruano aprobó una moción para declarar persona no grata a la presidenta mexicana Claudia Sheinbaum Pardo, por lo que consideran una “inaceptable injerencia” en asuntos internos del país andino A B.

La moción, respaldada por 12 votos a favor y 6 en contra, fue impulsada por congresistas de derecha como Ernesto Bustamante, Patricia Juárez y María del Carmen Alva, quienes acusaron a Sheinbaum de mantener una “conducta hostil” hacia Perú desde que asumió la presidencia en octubre de 2024.

¿Qué detonó la declaración?

El detonante fue una serie de declaraciones públicas en las que Sheinbaum calificó como “injusto” el encarcelamiento del expresidente Pedro Castillo, destituido en diciembre de 2022 tras intentar disolver el Congreso. Además, la mandataria mexicana se reunió recientemente con Guido Croxatto, abogado defensor de Castillo, en el Palacio Nacional .

Para los legisladores peruanos, estas acciones constituyen una violación al principio de no intervención, consagrado en la tradicional Doctrina Estrada que ha guiado históricamente la diplomacia mexicana. “Sus declaraciones altisonantes y ofensivas debilitan la institucionalidad del Perú”, afirmó Bustamante .


La moción será enviada al Ministerio de Relaciones Exteriores de Perú, que deberá comunicar la decisión por canales diplomáticos. Aunque aún falta la ratificación del Pleno del Congreso, el gesto ya ha generado reacciones en círculos diplomáticos y académicos.

No es la primera vez que Perú recurre a esta figura: en 2023, el Congreso también declaró persona no grata al entonces presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador, por expresiones similares en defensa de Castillo.


¿Opinión o injerencia?

Mientras congresistas como Álex Flores defendieron que las declaraciones de Sheinbaum son opiniones personales sin implicaciones diplomáticas formales, otros advierten que la investidura presidencial convierte cualquier expresión en un acto con peso internacional .


Cuando la diplomacia se convierte en campo de batalla ideológico, los gestos simbólicos como “persona no grata” revelan más que desacuerdos: exponen las fracturas entre modelos de poder, narrativas de legitimidad y el uso político del derecho internacional.