Poco antes de la trágica muerte de John Lennon, Yoko Ono recibió una advertencia inquietante: sus asesores espirituales le alertaron de un peligro inminente para su esposo en Nueva York. Según el libro We All Shine On: John, Yoko and Me del amigo y ex portavoz de la pareja, Elliot Mintz, Ono intentó proteger a Lennon enviándolo a las Bermudas, pero él tuvo que regresar a Nueva York, donde su vida terminó a manos de Mark David Chapman el 8 de diciembre de 1980.

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Yoko, quien confiaba en las predicciones de numerólogos y tarotistas, relató que le aconsejaron mantener a Lennon fuera de Nueva York. Sin embargo, el ex-beatle era escéptico y prefería vivir sin restricciones. Según Mintz, la propia Ono reconoció que Lennon estaba despreocupado respecto a su seguridad, convencido de que “si alguien quería hacerle daño, lo haría sin importar las precauciones”. Esta actitud, recordada en una conversación tras el asesinato de su amigo Sal Mineo, reflejaba el deseo de Lennon de vivir sin guardaespaldas ni limitaciones.

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Desde el encarcelamiento de Chapman, Yoko Ono ha luchado para mantener al asesino de Lennon tras las rejas, temiendo que su posible libertad condicional represente un riesgo para ella y los hijos de John. En varias ocasiones, Ono ha escrito cartas a las autoridades, advirtiendo que la liberación de Chapman reabriría heridas y afectaría su seguridad y la de su familia.