Ben Stiller, ícono de la comedia cinematográfica, marcó una era con éxitos como La familia de mi novia, Zoolander y Loco por Mary. Este actor, productor y director fue clave en la industria del cine de los años 90 y 2000, consolidándose como un referente del humor en pantalla. Sin embargo, más allá de sus logros, Stiller enfrentó obstáculos y críticas que moldearon su trayectoria. “Me hubiese gustado hacer otro tipo de películas, pero nunca me hice el tiempo para eso”, confesó recientemente en una entrevista con The Hollywood Reporter.

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A pesar de su éxito, Stiller no siempre tomó decisiones estratégicas en su carrera, algo que él mismo reconoce con humildad. Su participación en proyectos como Una noche en el museo surgió más por instinto que por un plan definido, inspirado en recuerdos de infancia en el Museo de Historia Natural. Aunque disfrutó colaborar con talentos como Robin Williams, admitió que no siempre logró equilibrar sus compromisos comerciales con otras aspiraciones creativas. “Había mucho que quería explorar, pero el ritmo de los proyectos me lo impidió”, expresó el actor, reflexionando sobre las dificultades de combinar creatividad y éxito.

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Hoy, a sus 59 años, Stiller ha demostrado su capacidad de evolución, trascendiendo las comedias que lo llevaron al estrellato. Su trabajo como director en la serie Severance, aclamada por la crítica, es prueba de su habilidad para reinventarse y destacar en nuevos géneros. Su trayectoria no solo refleja una carrera llena de éxitos, sino también la constante búsqueda de nuevas maneras de contar historias en un Hollywood en transformación.