Durante la pandemia por COVID-19, cuando las restricciones obligaron a Billie Eilish a quedarse en casa, la cantante decidió abrirle las puertas de su vida a un nuevo compañero, Shark, un pitbull gris que adoptó a través de la organización Angel City Pit Bulls. Inicialmente, no planeaba adoptar, pero su tiempo en casa le permitió acoger a dos cachorros. Pronto, Eilish se sintió profundamente conectada con uno de ellos y decidió adoptarlo, nombrándolo Shark. Desde ese momento, el perro se convirtió en una parte fundamental de su vida.

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Shark no solo se adaptó rápidamente a la rutina de la artista, sino que también desarrolló una estrecha amistad con Peaches, la pitbull del hermano de Billie, Finneas. El vínculo entre Eilish y su perro es tan fuerte que ella lo describe como una presencia constante en su día a día. Tanto es así que Shark incluso ha estado presente en las sesiones de grabación de la cantante, llegando a “participar” en la creación de sonidos que fueron utilizados en una de sus canciones.

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La relación entre Eilish y Shark refleja una lealtad inquebrantable. El pitbull sigue a su dueña a todas partes, incluso en sus giras, lo que Eilish valora profundamente. Shark no solo es un compañero leal, sino también una fuente de consuelo en su vida personal y profesional, demostrando que su conexión va más allá de la simple compañía, convirtiéndose en un pilar esencial en la vida de la artista.